Ni cinco años han pasado de la imagen que téneis aquí arriba. Parece mentira. Los «protas» de la foto en el ostracismo y los problemas en la derechas creciendo. A veces pasa y los colonos, desaparecen del mapa. O mutan. Es la triste historia del partido Ciudadanos. En Aragón ostentan 12 diputados en las Cortes, gracias a sus 110.517 votos en 2019. Había pasado un año de la foto.
En estos momentos, las encuestas los dejan casi en cero. Sara Fernández y Víctor Serrano fueron expulsados del comité autonómico del partido. Recordamos que gobiernan con el PP el ayuntamiento de Zaragoza. El azucarillo triturado por los colonos, los mismos que subieron como la espuma por un electorado anticatalanista de la capital de Aragón.
Candidatos elegidos a dedo. Afiliados que se marchan. La disputa por el relato. Luego los politólogos devanándose los sesos por estos fenómenos electorales que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, que si el centro no cuaja, síndrome de Hamelín. Más o menos lo de siempre. Ciudadanos quiso jugar a sustituir a la PPSOE y al final, se queda en suspiro nacionalista de un día. Que pase el siguiente.
A finales de diciembre fallecía Eloy Fernández Clemente, con 80 años a sus espaldas. Toca recordarlo como figura clave que fue y sigue siendo del Aragón actual. Eloy como inspirador y promotor, un papel clave en la construcción colectiva de Aragón durante los últimos años de la dictadura franquista. Ahí queda su rol como fundador y director de la revista Andalán o la dirección de la ingente Gran Enciclopedia Aragonesa (1978-82), cuya versión online desapareció misteriosamente en 2022.
En octubre fui a ver con mi padre el documental «Labordeta, un hombre sin más». Muy interesante, por el recorrido biográfico que narraba y emocional para gente como mi pai, quien votó al PSA en 1977. Ahí estaba Eloy, que fue el principal mentor de José Antonio cuando lo destinaron a Teruel. Al salir del cine, hablamos de Eloy. Sabía que se encontraba delicado de salud, tras sufrir un ictus.
Sus referencias siempre estaban ahí. Recuerdo alguna charla suya, hace tiempos, con la Fundación Gaspar Torrente. Y también su optimismo federalista, que le llevó a escribir un libro titulado Ante Cataluña, justo en el torbellino del referéndum, un recopilatorio de buen rollo que dejaba poco margen para la solución del derecho a decidir. Elegí una cita suya para cerrar un ensayo que publiqué en 2019 sobre Aragón, historia e identidad nacional. La dejo por aquí y cerramos este breve homenaje al profesor Eloy:
«La emoción puede llegar a ser un valor revolucionario» (1994).
Escribimos esto justo el día que detonan la torre icónica de la central de Andorra, lugar donde nació Eloy.
El Buñuel tendría que quedarse para siempre. Eso es así. Vivimos en una mala distopía hace años. Y ahora le toca luchar al tejido social y comunitario de Zaragoza. Por un espacio emblemático, por y para todas. Una forma alternativa de hacer sociedad, que molesta a los poderosos. Azcón lo tenía claro, y envuelto en la trampa de la legalidad, nos quiere cerrar este Centro Social. Hay una orden judicial y un sinsentido absoluto. El pasado sábado, más de tres mil personas manifestándose contra su cierre. No es poca gente ni mucho menos.
Siento que la distopía de Huxley se presenta casi de cuerpo presente en pleno siglo XXI. Un mundo feliz en el que nadie quisiera leer libros, o donde se trivializara todo y así no podríamos distinguir la verdad de la mentira. Los derechos, de las obligaciones. La jaula de oro perfecta. En un mundo de pasatiempos y ocio, ¿quién estaría dispuesto a tomar las armas? ¿a resistir? ¿quién defiende las causas justas?
Nos toca a nosotras. Por eso, espero que la cuenta atrás del Buñuel sea un mal sueño. Proyectos como el que gestionan son un ejemplo de esperanza y dignidad en este mundo de víboras que nos ha tocado vivir.
Desde que era un niño, siempre me han interesado los mapetas. De todo tipo y condición. Por eso, cuando el otro día, me encontré con este tweet-mapa de Comarkup, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Una infografía que se ha hecho viral y que representa los brutales desequilibrios demográficos aragoneses. Ya se sabe lo que representa Zaragoza en peso poblacional. Más de la mitad del censo aragonés. Al ver el mapa, con sus 33 rampantes comarcas nos queda una huella invisible en algunas, que no llegan ni a una persona si Aragón tuviera 100 habitantes -el objetivo visual de la cartografía-. Por cierto, la delimitación comarcar tiene ya dos décadas largas de gestión… Ahí lo dejo.
Y aquí la distorsión y quizás la paradoja. No creo que cambiaran mucho las cosas. La realidad es tozuda cuando hablamos de despoblación y desequilibrios. Pero si en vez de ese mapa comarcal, usáramos uno que comenté hace un tiempo en este artículo, la percepción visual sería diferente. Allí se planteaba un mapa con Alto Aragón, Aragón Medio, Bajo Aragón, Ibérica Sur, Ibérica Norte y Zaragoza. No sería la Arcadia feliz pero las conclusiones a nivel socioeconómico cambiarían. Regiones para masificar renovables, polos de concentración humana, vacíos para la porcinización, zonas de esquí y fiesta especulativa… Dejo la turra, ya que al final nos queda poco para que ese medio habitante que no aparece cuando aplicamos una regla de tres, se convierta en la nada absoluta. Y entonces, no habrá mapa que contenga nuestro lamento.
«Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones», nos decía Durruti. El antifascismo es lucha por la libertad. Y mi último post de este año va dedicado a ello, a un libro y a una idea.
Mi lectura del 2022 es, del principio al final, Antifascistas, de Miquel Ramos. Por todo, y ante todo, por compromiso. Una historia de la extrema derecha española y de cómo se le combate desde los años 90. Este libro está siendo un éxito total -mientras escribo esto lleva tres ediciones, además de una versión en catalán-. Publicado por Capitán Swing, una editorial interesante, de la que ya disfruté en su momento del clásico Nacionalismo banal (Michael Billig).
Un librazo, que me marca, igual que lo hizo en su momento el documental Los Antifascistas, de 2017, dirigido por Patrick Öberg y Emil Ramos, intenso y crudo.
Por aquí no voy a redactar una reseña. Eso sí, el recorrido del libro es muy completo y rico, con el contexto estatal por delante, en el sentido de entender el poso franquista que no se quiso depurar en la Transición y a partir de ahí, todos los delitos, ataques y propuestas desde la extrema derecha hasta nuestros días. Con un punto de inicio bastante doloroso para Miquel (Guillem Agulló) y con muchos, demasiados casos archivados, que generan una sensación de impunidad para los fascistas de todo tipo y condición.
En mi caso, muchas notas apuntadas, algunas por recordar y otras descubiertas en esta lectura: desde Rostock en 1992 a los nazbols, con una vuelta por las Bases Autónomas o los orígenes de Casa Pound, Blood & Honour, movidas interesantes como la de El Cabanyal o los orígenes de grupos como Kortatu o Los Chikos del Maíz. Lecturas y enlaces que descubro (crimenesdeodio.info), guiños a Zaragoza en su lucha antifa (el Hogar Social Las Fuentes), ampliaciones conceptuales que inspiran sobre islamofobia. O los clásicos de Todo es ETA, la dialéctica combate contra pedagogía y mil cosas más, que no caben por aquí.
Todo bulle. Y me parece genial. Así que, leed, somos mayoría. Formación y organización.
En su momento ya escribimos algo sobre la Ventana de Overton, un marco interpretativo de la realidad (política) que nos ha vuelto a saltar de forma muy clara durante esta última semana. La famosa reforma del código penal para rebajar o atemperar el manido delito de sedición. Garrote vil y ¡vivan las cadenas!, que vitoreaban en tiempos de Fernando VII. Así nos va, como dice un buen amigo, España como Estado fallido.
Votar no es democrático. Los referéndums los carga el diablo. Golpe de estado, «a por ellos», 155. Todo soluciones muy democráticas. Y ojo, que la reforma viene a considerar el tema de desórdenes graves hacia un montón de protestas que nada tienen que ver con la unidad de la sacrosanta…
Nos están feudalizando. El PSOE sonríe. Las dianas hacia el independentismo están marcadas hace tiempo. Lo de la sedición es un capítulo más de esta aburrida posmodernidad, una cárcel de pueblos con el gobierno más progresista de la historia.
Con Fran Escribá serán 16 los entrenadores que ha tenido el Real Zaragoza en 9 temporadas en Segunda. Casi da a 2 técnicos por curso. Este dato ya es concluyente de por sí. Suele repetirse el mismo guión, antes de diciembre, cese y cambio de entrenador. Con perfiles de todo tipo, de históricos y buenos conocedores del club (Víctor Fernández, Victor Muñoz o César Laínez), apuestas jóvenes con poca experiencia (Carreras, Idiákez, Baraja o Carcedo), otros bregados en la categoría (Alcaraz, Paco Herrera, JIM) y tipos random como Agné o Popovic. De todo un poco. Alguno me dejo, pero da igual, no voy a ser exhaustivo.
Todo esto forma parte de la insoportable historia del Real Zaragoza, desde que bajó a Segunda en 2013. Un «drama social» con actores, interesados, protagonistas y relatos de todo tipo. He escrito algún post sobre este equipo -mi club de siempre- y ahora lo centro en ese espejo deforme que devora entrenadores y que nos embelesa con un pasado que ya no pasa, entre Recopas e historias varias -de ahí la imagen que he elegido para ilustrar esta historieta-. Por ello y para repensar en el aquí y ahora, tan líquido y posmoderno, me he entretenido en mirar (comparar) trayectorias y títulos de los 21 clubes contrincantes del Zaragoza este año. Y el espejo vuelve a reirse de nosotros.
ALAVÉS
Subcampeón de la Copa de la UEFA. 17 temporadas en Primera. 4 campeonatos en Segunda (37 temporadas).
ALBACETE
7 temporadas en Primera. 25 en segunda.
ANDORRA
Debuta en Segunda esta temporada. 17 temporadas en Segunda B.
BURGOS
2 temporadas en Segunda. No confundir con el Real Burgos.
CARTAGENA
Fundado en 1995. 5 temporadas en Segunda.
EIBAR
27 temporadas en Segunda. 7 en Primera (primer ascenso en 2014).
GRANADA
Subcampeón de Copa. 26 temporadas en Primera y 33 en Segunda.
HUESCA
2 temporadas en Primera. 10 temporadas en Segunda.
IBIZA
Fundado en 2015. Debutó en Segunda la temporada pasada.
LAS PALMAS
34 temporadas en Primera y 32 en Segunda. Subcampeón de Liga y de Copa.
LEGANÉS
15 temporadas en Segunda y 4 en Primera.
LEVANTE
38 temporadas en Segunda y 16 en Primera.
LUGO
12 temporadas en Segunda.
MÁLAGA
7 temporadas en Segunda y 17 en Primera. El equipo histórico estuvo 31.
MIRANDÉS
9 temporadas en Segunda.
OVIEDO
40 temporadas en Segunda y 38 en Primera.
PONFERRADINA
10 temporadas en Segunda.
RACING
36 temporadas en Segunda y 44 en Primera. 1 subcampeón de Liga.
SPORTING
50 temporadas en Segunda y 42 en Primera. 1 subcampeón de Liga y 2 veces de Copa.
No es un post casual. Escribimos sobre el futuro de la icónica chimenea de la central de Andorra:
Con una altura de 343 metros, su función básica era facilitar el tiro de combustión de las calderas y reducir el impacto ambiental de los humos, ya que diluía los gases a gran altura. La descripción de la central la tenéis en el SIPCA. Salen hasta las torres de refrigeración, las que detonaron el pasado 13 de mayo.
La chimenea es la segunda estructura de hormigón más alta de todo el Estado. Y su impacto visual es contundente, masivo, desde hace cuatro décadas sobre todo el Bajo Aragón Histórico. La central se cerró en 2020 y su desmantelamiento avanza inexorable.
El artista aragonés Miguel Ángel Arrudi ha propuesto que la chimenea se reconvierta en una especie de teleférico panorámico, que ofrecería unas impresionantes vistas de todo el Bajo Aragón. El proyecto se llama «Cautivos del olvido» y plantea unos colores muy llamativos para resignificar el espacio. Del revuelo creado y las propuestas, os paso este artículo de Isabel Traver en elDiario.es.
Una buena amiga, criada y con muchos vínculos en Andorra, me contaba la frustración de todo lo relacionado con la demolición de la central. Algo que inicialmente no importó mucho a la sociedad andorrana, pero que conforme pasaba el tiempo ha generado algún que otro lloro. Sus amigas de la cuadrilla justificaban su desaparición, «creará empleo el hecho de demolerlas», un blablabla perfecto que nos sitúa en la máxima de siempre: This is Aragón.
Los posicionamientos a favor de conservar la torre son variados, desde la Plataforma en Defensa de la Central Térmica hasta Teruel Existe, pasando por Rolde de Estudios Aragoneses o Apudepa. El patrimonio industrial no interesa a la Dirección General de Patrimonio Cultural, como tantas cosas. La heteronormatividad manda. Diría que en Aragón es el gran olvidado a nivel de protección (Averly nos duele a todas).
Así son las cosas y así las escribo. Con unas categorías tan amplias para catalogar nuestro patrimonio cultural, sorprende la desidia, ya que no solo hay que proteger por motivos estéticos o históricos, basta viajar por Europa para darse cuenta de esto. Tenemos que contar a las próximas generaciones la historia del carbón y de la minería en Aragón, que quizás se pueda visitar otro icono como la entrañable térmica de Aliaga. Que el paisaje de Andorra viene reconfigurado por ese gigante. Que una transición justa va más allá de lo económico… Tantas cosas, que al final no tendremos nada que contar. Sólo fotos y videos rancios.
“Tombar el mur, obrir la gàbia…” (letra de la canción Corbelles, de Zoo)
El compañero y amigo Guillén González publicó hace ya unos días un artículo en el que respondía al análisis que realicé sobre la ponencia de Purna relativa a la cuestión nacional -el cual podéis consultar en Lagor, AraInfo y también en mi blog personal-. Se agradece el esfuerzo por desarrollar y aclarar los argumentos o tesis que plantea Purna en su VIII Asamblea Nacional. Creo que merece la pena realizar una réplica rápida y de urgencia, sobre la contestación de Guillén, y de esta forma cierro debate sobre el tema. Aunque está claro que volveremos en un tiempo, con más sosiego, o cuando el propio Guillén desarrolle su prometido artículo sobre el concepto de soberanía.
El artículo de Guillén se organiza en torno a unos temas clave para el análisis de Purna, desde las condiciones objetivas del contexto actual -a nivel social y político- hasta el aragonesismo -y sus imposibilidades o potencialidades-, pasando por cuestiones como la estrategia socialdemócrata o la polémica unidad estratégica actual de las luchas. Contesto con un listado de aclaraciones para fijar postura sobre alguno de los temas que aborda.
Primero. Encuadrar la correlación de fuerzas y el estado del conflicto nacional en Aragón lleva a renuncias y Purna es la última organización que conozco, que lo ha hecho. Reitero que esto no va de etiquetas o “Yo soy indepe” y “tú no”, que es algo muy manido en algunos entornos. Nuestra realidad es de colonialidad, se perciba como tal o no -el hecho de estar en el Primer Mundo capitalista determina esta segunda opción-, y esto permite condiciones revolucionarias con una adecuada estrategia.
Segundo. Delinear el “voluntarismo” de la identidad nacional es simplemente equivocado en un sentido estricto. Y el análisis científico lo demuestra día sí y día también. Podemos debatir sobre infinitas cuestiones materiales y simbólicas de la construcción sociocultural de las colectividades, pero todo es cambiante aunque nuestro presentismo no nos permita percibirlo como tal. Hay una hegemonía españolista que tiene flujos de todo tipo e interacciona con el resto de identidades.
Tercero. Idealizar se puede interpretar como mirar al pasado. Nadie construye algo nuevo de la nada, tres décadas de movimiento juvenil vía Chobenalla-Purna no son coincidencia objetiva, sino consecuencia de un relato colectivo en clave de movimiento, muy heterodoxo y con divergencias, pero una colectividad que apela a determinados ejes y luchas. Aquí encajan las decisiones que se toman y ya escribí que, lógicamente, cada organización autodetermina su futuro.
Cuarto. Somos periferia, como otras naciones, pueblos, regiones o zonas del mundo. Eso no es imaginado; es consecuencia del poder de la burguesía, sea local, estatal o transnacional. Cada uno tiene su forma de construir la realidad. Guillén alude a una dinámica colonial entre Zaragoza y el resto de Aragón. ¿Causa o consecuencia de la nacionalización española?
Quinto. Está claro que en Aragón no existe un partido-movimiento que pueda superar la dominación ideológica en clave nacional. No lo fue CHA en su momento, en el espectro aragonesista y autonomista, y tampoco lo ha sido Podemos con su amalgama de confluencias. Ni siquiera Puyalón de Cuchas, que se quedó sin motor en momentos clave, aparte de otras cuestiones. “Sin burguesía nacional no hay nación subjetiva”, sostiene Guillén, lo mismo podríamos decir respecto al proletariado: sin una clase para sí no hay condiciones objetivas de nada. Parece más cercana una cosa que la otra, pero al final ya vemos lo que está ocurriendo en Europa, el ejemplo cercano de Italia no augura nada positivo en la recomposición de la clase trabajadora como sujeto político.
Sexto. Purna no abandona la causa nacional aragonesa, pero abraza el objetivo de un Aragón obrero que peca de fetichista, ya lo comenté en el primer artículo, “si la manta no tapa lo suficiente” siempre se descuida un flanco. La búsqueda de una alianza internacionalista idealizada es loable pero sin olvidar que la clave es la interseccionalidad de las luchas a todos los niveles y en todos los frentes. Vanguardia y organización de masas. En Aragón siempre ha costado construir ambos elementos. Las imposibilidades podrían encajar con esta idea. En clave interna, el proceso Airaz pudo haber sido pero…
Séptimo. Los puentes y alianzas para el aragonesismo han de construirse, ya que es una causa directa de su debilidad actual. En esta parte del artículo de Guillén, coincido en gran medida, y es una de las razones que me ocupa y preocupa como sujeto político. Los elementos reaccionarios del aragonesismo plantean dudas y límites importantes, un nacionalismo a medio hacer que se vio de forma palpable durante el 1 de octubre catalán. El soberanismo progresista ha ido en otra línea, pero siendo minoría de minorías y la frustración llega sola. Esto no sólo afecta a la generación de Purna, es un debate de mayor calado, y que tampoco vamos a desarrollar en esta rápida réplica.
Por otro lado también es interesante abordar algunas cuestiones que salen en las otras dos ponencias de Purna, las que plantean consideraciones en torno a la coyuntura presente y la referente a estrategia. Se reflexiona sobre temas como la necesidad del partido, o las condiciones que se tienen que dar, lo cual no pasa por una fundación simbólica de nombre o siglas, o por centrar su estrategia en la práctica socialdemócrata. Esperemos sentadas, ya que construir un partido revolucionario en Aragón no es prioritario (sic), con lo que las demandas profundas y compartidas de la clase obrera del país se quedan en un limbo inmediato, ya que todo lo territorial está lleno de prejuicios y lo que se ofrece viene bien marcado por el identitarismo y el guetismo. Estos son algunas claves relacionadas con todo lo anterior.
Ya expuse como conclusión a mi artículo que los hechos y los valores no son separables, tal y como argumenta la dialéctica marxista. Y el componente emocional tampoco se puede separar de ningún proceso de cambio, revolucionario o no.
La proletarización del presente y el borrado progresivo del Estado del Bienestar nos lleva a un escenario de coerción y represión para asegurar el dominio del capital. En relación con este contexto, Xavier Calafat y Albert Portillo exponen un desarrollo crítico a nivel de organizaciones en todo el Estado español, sobre escisiones y rupturas estratégicas en el seno de la izquierda, con una marcada ortodoxia marxista-leninista. Ahí están los casos de Arran o Gazte Koordinadora Sozialista, entre otros, con los ejes reforma-revolución, priorizar la lucha de clases frente a otras luchas sectoriales -que serían todas las demás-. No hay una batalla cultural en la izquierda pero el fin de ciclo del 15M pesa y mucho.
Estoy totalmente de acuerdo en que la desaparición de la dominación burguesa es la clave para la emancipación social y para transformar la identidad nacional. No añadimos ningún ingrediente nuevo. Sólo queda tener voluntad organizada, optimismo y empezar a deconstruir Aragón.