Desde que era un niño, siempre me han interesado los mapetas. De todo tipo y condición. Por eso, cuando el otro día, me encontré con este tweet-mapa de Comarkup, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Una infografía que se ha hecho viral y que representa los brutales desequilibrios demográficos aragoneses. Ya se sabe lo que representa Zaragoza en peso poblacional. Más de la mitad del censo aragonés. Al ver el mapa, con sus 33 rampantes comarcas nos queda una huella invisible en algunas, que no llegan ni a una persona si Aragón tuviera 100 habitantes -el objetivo visual de la cartografía-. Por cierto, la delimitación comarcar tiene ya dos décadas largas de gestión… Ahí lo dejo.
Y aquí la distorsión y quizás la paradoja. No creo que cambiaran mucho las cosas. La realidad es tozuda cuando hablamos de despoblación y desequilibrios. Pero si en vez de ese mapa comarcal, usáramos uno que comenté hace un tiempo en este artículo, la percepción visual sería diferente. Allí se planteaba un mapa con Alto Aragón, Aragón Medio, Bajo Aragón, Ibérica Sur, Ibérica Norte y Zaragoza. No sería la Arcadia feliz pero las conclusiones a nivel socioeconómico cambiarían. Regiones para masificar renovables, polos de concentración humana, vacíos para la porcinización, zonas de esquí y fiesta especulativa… Dejo la turra, ya que al final nos queda poco para que ese medio habitante que no aparece cuando aplicamos una regla de tres, se convierta en la nada absoluta. Y entonces, no habrá mapa que contenga nuestro lamento.
Arturo Aliaga hizo unas declaraciones muy sorprendentes hace unos días. Este señor, que detenta la Consejería de Industria y la Vicepresidencia del actual Gobierno de Aragón (legislatura 2019-2023), amenazaba a los ayuntamientos que se opusieran a los proyectos de renovables, violentando la base de la democracia, la autonomía municipal. Aliaga es del PAR y está acostumbrado a hacer y deshacer. Pero con 3 diputados de 67 en el actual parlamento, es normal que se ponga nervioso y más para una persona que lleva de diputado la friolera de 14 años.
Tener el poder en Aragón es complejo en sí. Y algunos equilibran mejor que otros este reparto a varios niveles. He realizado un suma-resta comparativo entre 2011 y las últimas elecciones municipales -las de 2019-, para sacar algunas conclusiones respecto a este tema. Recordamos que la famosa «crisis de régimen» explotó hace una década, con las protestas del 15-M y el lema de «No nos representan». Pasaron muchas cosas, que no vamos a detallar. Me interesa destacar la irrupción de fuerzas emergentes (Podemos y sus confluencias) que podían volcar el poder político a todos los niveles. No fue así. Y parece que el sistema vuelve a su sitio inicial. Nombramos también el reforzamiento, tras 2011, de otros partidos que ya exístían, como Ciudadanos, y la extrema derecha vía Vox.
Esta es la comparativa de los 5 partidos parlamentarios aragoneses en 2011. ¿Quién detenta el verdadero poder municipal?
En esta foto fija de los cinco partidos con representación en el parlamento aragonés, llama la atención que el PSOE aguanta muy bien en esta década larga y convulsa, en la que han pasado tantas cosas a nivel político y social. 87 ediles más a día de hoy, sólo pierde unos pocos en Teruel. Los descalabros importantes vienen en el ala conservadora. El PP se deja casi 200 concejales, con pérdidas significativas en Uesca y Zaragoza. Mientras que el PAR se deshace como un azucarillo a nivel municipal, con menos de 300 concejales con respecto a 2011, ¿de aquí vendrá la rabieta autoritaria de Aliaga? CHA sujeta su poder pero a la baja e IU se despierta de un mal sueño tras sus alianzas confluyentes. El PSOE rampante, aguantó el sorpasso.
Y eso que en la foto de 2019, y por supuesto en la de 2015, ya tenemos a esos partidos «nuevos», que de una forma u otra, amenazaban al bipartidismo. Ciudadanos ostenta en todo el país unos 400 concejales, lo cual no es poco si observamos el volumen total del resto. Podemos, con sus alianzas variables, apenas alcanza los veinte ediles -con Equo o confluencias municipalistas de distinta composición-. Mientras que Vox detenta 22 concejales en estos momentos. Todo esto cambiará, sobre todo tras ver los últimos resultados del partido naranja en otros territorios.
Aquí no hablamos ni de alcaldías ni de equipos de gobierno. Ese asunto sería más complejo para lo que pretendo exponer. En lo sustancial y teniendo un país tan envejecido, el poder municipal, los concejales de los 729 municipios aragoneses, responden a una composición altamente conservadora. Y eso que no entramos en la amalgama de coaliciones independientes y locales que salpican un número importante de nuestros pueblos -otro efecto más del «no nos representan»-. Algunos llegamos a soñar con una red de complicidades en el territorio, pero el proyecto ya duerme el sueño de los justos. Poco más.
¿Y la sociedad civil? ¿el pueblo? ¿qué opina de esto?
Mucha foto y muchos sueños que parece que se cumplen para la recuperación definitiva de la estación de Canfranc. Si leemos el Heraldo o las informaciones que sacan desde la Consejería de Vertebración del Territorio de la DGA, la reapertura es inminente. ¿Pero qué reapertura? ¿será un espejismo más?
Comunicaciones, patrimonio, turismo, quizás especulación. Debemos escarbar un poco para darnos cuenta que el rigor hacia lo que fue el edificio se cae por su propio peso, esto lo viene denunciando APUDEPA con insistencia. Ahora viene de visita el ministro Ávalos a engrandecer el espejismo y las falsas promesas: «inversiones en Aragón, Madrid cumple, se reabrirá…». La vieja política de siempre.
Veamos la letra pequeña:
Me preocupa la propuesta acordada entre PSOE y Unidas Podemos, en el acuerdo de gobierno estatal, respecto a infraestructuras de transporte, ya que consideran prioritario culminar los corredores atlántico y mediterráneo (medidas 8.1, dentro de “revertir la despoblación”). La conexión interterritorial ofende a países de frontera como el nuestro. Son décadas de ninguneo y las prioridades están claras hace tiempo: La Junquera e Irún.
Para las zonas de frontera centrales, más dudas que certezas. El estado lamentable de la Route Nationale 134, entre Pau y Somport. Camiones, transporte peligroso… 80 kilómetros de tortura. ¿Está más cerca Occitania? Ahora lo dudo y más con el tema de la crisis del Covid-19. Hay otras prioridades y al final Canfranc, su túnel, el tren, quedarán sepultados. La hemeroteca es jodidamente objetiva. Y la partida de tenis, eterna. Ni La República en Marcha de Macron, ni el PSF, ni el PSOE, ni el PP… ni los subalternos de la foto en redes y el hashtag fácil.
Luego, a llorar por la despoblación…, en realidad, ¡a ploriconiar, a la vía fantasma!
Al inicio de esta década que ya agoniza, las movilizaciones en torno al denominado «20 d’aviento» eran otra cosa. Había alegría e ilusión. Belloch nos había colocado un gigantesco banderón español en la zaragozana plaza de Aragón. La coordinadora Espanyola, Au d’astí! consiguió buenas cifras de asistencia. Y la bandera se retiró de este espacio tan simbólico.
Ayer acudí, como casi siempre, a la manifestación convocada por diferentes organizaciones, impulsada sobre todo gracias a Rasmia. Prácticamente era un acto de resistencia y dignidad. Reivindicar que somos pueblo, y también una nación, a pesar de lo que diga el Tribunal Constitucional. A pesar de la evidente falta de unidad ante una fecha tan señalada, el 20 de diciembre de 1591. Día del Justicia, de los derechos y libertades, de la lucha aragonesa. Un Día de Reivindicación Nacional.
Muy poca gente, los fieles y poco más. ¿Qué ha ocurrido para que en una década la gente se quede en casa en una fecha tan especial para el movimiento soberanista? Ojalá tuviera las respuestas. Hastío, cansancio, brechas personales y colectivas, estrategias mal planteadas. Un poco de todo. Cuando resistir no es vencer, cuando la gente joven desaparece de las movilizaciones, cuando otros miran para otro lado…, toca reflexionar y mucho. De esta forma, vamos camino de la nada.
Hace ya unas semanas, me encontré este cartel por el barrio de Las Fuentes, un torneo de fútbol sala que utiliza la identidad española como reclamo. Muy sutil, pero es cierto que hace unos años hubiera sido casi imposible ver esa bandera en cualquier promoción o evento de este tipo (popular, deportivo o cultural). Entonces se usaba la bandera aragonesa. Era lo normal. Ahora, cada vez es más frecuente ver carteles como el que corona este post. ¿Cuándo se cambiaron las banderas?
Esta observación se relaciona con las identificaciones colectivas de la gente. Entre el 2005 y el 2011, los sentimientos de pertenencia que mostraba el CIS empezaron a cambiar. Para el año del 15-M, un 15% de las encuestadas se sentían «únicamente españolas», mientras que el «sentirse más aragonesa que española» ha ido a la baja, poco a poco. Y así vamos, ahogándonos poco a poco.
Que la CHA se presente con Más País refuerza todo esto. Más Errejón. Más España. Y todo se explica igual, desde el verbo desatado de Lambán hasta los que quitan unos carteles bilingües en Uesca (aplauso para la Plataforma Charramos Aragonés). Tiempos muy díficiles para los que hacemos pedagogía soberanista.
Las banderas…, esos viejos trapos. Algunos duelen, y huelen a las cadenas de siempre. ¿Volverán a cambiar las banderas?
En el centro de educación de adultos donde estuve trabajando, me encontré un libro muy curioso y del que no conocía su existencia. Se titula Soy aragonés, y fue publicado por la mítica Guara Editorial allá por 1979, se trata de una obra colectiva muy del gusto de la época. Está dirigido a niñas y niños, proyectando una idea de aragonesizar a las futuras generaciones, en un momento complejo e ilusionante, el de la preautonomía.
El texto ya era desgarrador, con esa descripción del Aragón vacío, de emigración y éxodo rural, despoblación, país de nulas inversiones, muy costiano todo, y en la línea del relato aragonesista de la época. Por allí aparecen las centrales nucleares, las bases militares, el caciquismo…
40 años de ese libro. Hoy parecería imposible plantear un texto con unos contenidos tan directos, hablarían de «adoctrinamiento» y el blablabla convencionalista de siempre. Pero ni la Constitución del 78 ni el Estatuto de Autonomía han logrado revertir el panorama de este libro. Y aquí debajo os dejo unos versos de Emilio Gastón, que aparecen en las últimas páginas… ¡Vivimos en bucle!
In memoriam. Chesús Bernal falleció el pasado 22 de marzo a los 59 años de edad. A pesar de las diferencias, este artículo pretende ser un homenaje a personas como el, a ese aragonesismo que se empezó a labrar durante los años de este viejo libro, la base sobre la que nos hemos apoyado muchas otras.
Ya han pasado unos días desde que AraInfo y Subarbre publicaron un artículo sobre la rivalidad entre Uesca y Zaragoza, un trabajo que he ido recopilando durante varios años, al principio sin un guión claro, pero poco a poco acumulando lo que son trazos sueltos sin ningún objetivo ambicioso. La idea era mandarlo al Diario del Alto Aragón, para el especial que publican el 10 de agosto, pero el articulico se fue haciendo extenso, 11 páginas. Valoré otras posibilidades, pero desconfiaba de que fueran a publicarlo. Al final, sería para una de las ediciones impresas de El Salto vía AraInfo. De esto hace un año, la cosa se quedó en el limbo, ya que estos últimos rompieron a los pocos meses con El Salto. Así que, rehaciendo cosas y datos, con la cobertura de Subarbre… aquí está.
La Ley de Actualización de Derechos Históricos es bella, bonita, poética. No vamos a engañar desde un blog que explora el pensamiento anticolonial aragonés. Y por una vez, hablan de nosotras desde la caverna, y no por los suspiros vasallos de Lambán, si no por la «deriva nacionalista» tal y como titulaba ABC en su portada del pasado miércoles. El españolismo busca arrinconar al PSOE y en este caso alinear al PSOE dentro del eje del mal peninsular.
Pero la realidad aragonesa es otra. Cierto. Somos un «país con identidad y espacio jurídico, político y cultural propios». Ahí está la historia de Aragón. Y sus asimilaciones y procesos de conquista. Una ley es sólo una ley. Parece mucho, pero al final, es la voluntad popular de permanencia y transformación la que te define y reconoce como Pueblo. Por eso esta ley es bella. Y felicito a CHA, pero también es cierto que los problemas seculares de este país no se resuelven con autogobierno ni autonomías supletorias. Se resuelven co soberanía.
Percibo incomodidad en ciertas posturas de la intelectualidad aragonesa. Se defiende pero matizando. Unos con la sempiterna tradición federalista del aragonesismo, otros teorizando sobre nacionalidades, la transición y subterfugios dispares. Y también, los constitucionalistas del régimen, legitimando su idea (falsa, invent) de que Aragón se creó con la sacrosanta.
Pregunta de verano, si se abole la Nueva Planta, ¿tenemos derecho a una referéndum de autodeterminación? ¿o seguiremos con el encaje y el pasteleo de siempre?
Cuando hablamos de conciencia aludimos a un fenónemo totalmente subjetivo, ajeno a cosas o elementos tangibles. La adscripción nacional no toma valor por esos elementos objetivos (sean historia, lenguas, cultura, geografía, opresión) si no por la exigencia de un sentimiento específico de solidaridad entre los miembros de un grupo humano (idea que tomo de Max Weber). Por eso da igual lo que ponga en tu DNI, tu eliges, tu conciencia es libre (aparentemente). Y eso lo sabe todo cristo.
Por eso teorizamos sobre concienciación, nacionalización y desnacionalización. La batalla está siempre presente en los elementos objetivos -una ley de lenguas, la historia manipulada, los recursos naturales, la hacienda propia-, los cuales buscan influir sobre la conciencia del grupo. Y aquí está el drama de la españolización o aragonesización de Aragón. La lucha por combatir el relato, que dirían los posmodernos.
Y la clave es la voluntad de pertenencia. En Catalunya ya han roto hace años con este dilema, una conciencia ineludible de país que ahora lucha por su independencia, situando su conflicto en términos de represión (y desgaste) a todos los niveles.