La semana pasada estuve en la Trobada que organizó el Coleutibo Nazionalista de Cuchas (CNAC) para debatir sobre el nacionalismo aragonés en el siglo XXI. Aplaudo estas iniciativas, aunque eché en falta la presencia de algunas caras que seguro tienen bastante que aportar sobre la cuestión.
No me pude quedar a todo el desarrollo del debate pero hay algunas cosas que siempre salen y probablemente sean causas principales de esa crisis que sufre el nacionalismo aragonés. La primera es el derecho al reconocimiento, existe una visión que tiende a otorgar como única y mejor herramienta posible a Chunta Aragonesista, idea que hace unos años podría ser real pero que en la actualidad no tiene ni pies ni cabeza. En concordancia con esta idea aparece el no reconocimiento o intento de invisibilización de otras estructuras organizativas: sea el BIC, EA, TA, etc. Todo esto siempre generado desde militantes de CHA, los cuales, muchas veces de forma inconsciente reproducen con esta actitud las pautas que nos han llevado a esa crisis del nacionalismo.
Faltan ideas y ese es un problema de todas. El aragonesismo de 1986 está oxidado. El mito de Labordeta ha supuesto el fin de ciclo simbólico. Mientras el españolismo se ha regenerado y aparece como amenaza bastante más agresiva y menos banal que hace veinte años. Nosotros tenemos que reinventar nuestra cultura política para dar el salto cualitativo hacia ambientes nuevos y más consolidados.