A finales de diciembre fallecía Eloy Fernández Clemente, con 80 años a sus espaldas. Toca recordarlo como figura clave que fue y sigue siendo del Aragón actual. Eloy como inspirador y promotor, un papel clave en la construcción colectiva de Aragón durante los últimos años de la dictadura franquista. Ahí queda su rol como fundador y director de la revista Andalán o la dirección de la ingente Gran Enciclopedia Aragonesa (1978-82), cuya versión online desapareció misteriosamente en 2022.
En octubre fui a ver con mi padre el documental «Labordeta, un hombre sin más». Muy interesante, por el recorrido biográfico que narraba y emocional para gente como mi pai, quien votó al PSA en 1977. Ahí estaba Eloy, que fue el principal mentor de José Antonio cuando lo destinaron a Teruel. Al salir del cine, hablamos de Eloy. Sabía que se encontraba delicado de salud, tras sufrir un ictus.
Sus referencias siempre estaban ahí. Recuerdo alguna charla suya, hace tiempos, con la Fundación Gaspar Torrente. Y también su optimismo federalista, que le llevó a escribir un libro titulado Ante Cataluña, justo en el torbellino del referéndum, un recopilatorio de buen rollo que dejaba poco margen para la solución del derecho a decidir. Elegí una cita suya para cerrar un ensayo que publiqué en 2019 sobre Aragón, historia e identidad nacional. La dejo por aquí y cerramos este breve homenaje al profesor Eloy:
«La emoción puede llegar a ser un valor revolucionario» (1994).
Escribimos esto justo el día que detonan la torre icónica de la central de Andorra, lugar donde nació Eloy.
Hipólito Gómez de las Roces nunca se ha cansado de escribir sobre la necesaria unidad electoral del aragonesismo, entre CHA y PAR -cuando ambos tenían sobre un 20-25% de votos-, eso sí, con sus líneas rojas sobre el tema: sano regionalismo, la opción territorial es una ideología neutra, de centro. Su blablablá. También apuntó, que de lo contrario, ambos partidos pasarían a ser cadáveres sucursalistas del centralismo. Esto va de los años 2007, 2008… Y esa profecía al final se terminó cumpliendo una década después. En la doble tanda de las generales del año pasado, el PAR renunció a participar de la «fiesta de la democracia», mientras CHA cooptaba con el entramado errejonista de Más País.
¿Qué opinará Hipólito, de Teruel Existe? Creo que no lo verá con malos ojos, a pesar de que su partido militante ha sido uno de los principales culpables de la situación de Teruel y comarcas del sur. También hay analistas optimistas, como Edu García, que interpretan una base progresista tanto en su electorado como en sus propuestas, apelando al sentido común -gramsciano- de la gente. ¿Es esto lo que buscábamos, no? Seguimos hablando de representantes en Madrid. El ir y venir de las organizaciones aragonesistas a lo largo de su historia puede tener un referente en lo que haga Teruel Existe; quizá el romper su virginidad política pueda ser beneficioso para construir el nuevo relato, que está muy alejado de los pensamientos de Hipólito.
¿Bandera de la España vaciada ¿del Aragón despoblado? ¿desmantelado? ¿colonizado? Dependerá más de lo que dure la legislatura, un asunto algo pragmático, pero que abre una ventana de oportunidad a esta agrupación electoral siempre y cuando se cumplan algunas de las promesas pactadas o reivindicadas. El resto, es territorio conocido. Ser la voz de «X», ampliar sus posibilidades, el eje inclusión-exclusión o el doble regionalismo que postula (hacia Aragón y desde Teruel).
La idea de tener un representante en Madrid no es nueva. Aunque hay formas y formas, los casi 20.000 votos a Teruel Existe la convertían en la fuerza más votada en este territorio; en el 2000, Labordeta necesitó unos 65.000 votos (12,8%) para obtener su escaño por Zaragoza. El agarrarse al poder para que Aragón tenga un representante de sus intereses. El año 2008 fue el primero en que no hubo ningún parlamentario de un partido aragonés (de obediencia propia), desde 1977. Aquello era un aviso, y una década después se ha confirmado: el aragonesismo electoral está casi finiquitado con las formaciones políticas de siempre. Y tampoco nos hemos rasgado las vestiduras por ello.
El imaginario de estas formaciones gira alrededor de los temas de siempre. Repasemos y recordemos un poco. El Estatuto de Autonomía, un instrumento que da igual las competencias que tenga, si se recentraliza cada dos por tres. ¿Está obsoleta la reforma de 2007? Lo más importante estriba en que ha de cumplirse. ¿En cuántas ruedas de prensa Lambán no menciona la financiación? ¿Y el agua? El relato del pacto de los embalses, desarrollismo contra sostenibilidad, con la cabezonería en recrecer Yesa, entubar el Jalón para Mularroya o malvender la economía y el territorio en Biscarrués -mientras escribo esto, la justicia «tumba» este proyecto-. Un relato bien alimentado por el lobby agroalimentario de siempre, y que hace de palanca paradójica, cuando tenemos nuevas fuerzas en las cortes aragonesas que están a favor del trasvase del Ebro (Vox y Ciudadanos). Otro tema son las fronteras, somos país de acogida y de línea divisoria con el Estado francés, pero siempre estamos dando vueltas a lo mismo (el Canfranc, los gobiernos centrales y sus ninguneos) y encima con un anticatalanismo que lo estropea todo, ¿os acordáis de la Eurorregión? Y por supuesto, las infraestructuras internas, sin conexión de cercanías, con unos trenes «regionales» dignos de una mala película sobre el imperialismo británico, con la mentira del AVE y muchas carreteras estatales sin desdoblar. El paro y la precariedad no sólo forman parte del imaginario actual, siempre han estado ahí, con una Unión Europea austericida, que condiciona el autogobierno y sin un Marco Aragonés de Relaciones Laborales que nos permita decidir lo que queremos hacer en cuestiones de convenios y sectores productivos. En este breve repaso, queda el pactismo, esas sagradas coaliciones que cada vez se parecen más a extrañas nebulosas, transversales, en las que el PSOE se mueve de lujo. La foto del último gobierno autonómico lo dice todo. «Paremos a la ultraderecha», y se acabó el relato.
Con este panorama político, no nos puede extrañar que entre un 60-70% de los aragoneses se sientan tan españoles como aragoneses. Esta identidad dual, neutra, carece de conflictividad a nivel territorial. Ha ido fluctuando con el tiempo, pero parece reforzarse en los últimos años. Si vivimos en un Estado como el español, en una sociedad capitalista y consumista que no nos trata como seres autónomos a nivel colectivo, estamos siendo colonizados y esto es duro, jodido de admitir, en el Primer Mundo. Pero es así. Es lo que el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel, llama la zona del ser y la zona del no ser, que se aplica para los denominados estudios decoloniales, centrados en criticar la colonialidad del poder y del saber anglosajón sobre Latinoamérica, África o cualquier espacio racializado. El ser te define y redefine, te clasifica y te sitúa en la línea de lo normal (España, Régimen del 78, descentralización autonómica, pactismo socio-económico), a partir de ahí jerarquiza la zona del no ser, en la que sitúa a las identidades aragonesas, no hay dualidad posible en este marco, ya que el ser significa aceptar el imaginario aragonesista de siempre, y el no ser te catapulta a la difamación pública y constante. Heraldo de Aragón ejerce perfectamente de juez y parte respecto a esta cuestión. Desgraciadamente, casi todo el aragonesismo ha jugado en el terreno del ser, sólo así se entienden las declaraciones -algo frecuentes- que realizaba José Antonio Labordeta respecto a la independencia de Aragón: «los aragoneses éramos un poco brutos, pero no tontos. Espero que ahora no nos estemos volviendo tontos» (El Periódico de Aragón, 7 de agosto de 2005). Pero esto no va de ser independentista o no, más bien de comprender que el Ser en España lleva un camino que no nos permite Ser (existir) como pueblo autónomo. Es una estrategia fallida, un imposible para el imaginario aragonesista.
Casco antiguo de Calatayub, el ejemplo perfecto del Ser colonial normativo
Ellos tienen su verdad absoluta (el ser) y a partir de esta idea clasifican todo lo demás en términos de inferioridad y subordinación (el no-ser), lean este artículo sobre la irrupción de Teruel Existe en el Congreso. El ser (español) en su quintaesencia. Y es sólo una pequeña muestra. Ellos, el nacionalismo español, dominan la idea de civilización (supuesta, claro), con lo que esa identidad dual es una trampa, un aviso para navegantes sobre las líneas rojas que nunca hay que atravesar. Incluso para los situados en la zona del no-ser, como Puyalón de Cuchas, este marco de construcción de relato se hace duro, y ante una situación de crisis o desmovilización, se opta por un pragmatismo pedagógico que dadas las capacidades, también produce frustración. Tampoco se trata de tirar del manual antiespañolista. Se trata de construir otro imaginario, que no va de tener representantes en Madrid ni de dar vueltas a los temas de siempre.
«El qué dirán» era la frase más repetida por las feministas que lucharon a caballo del XIX y XX, ni María Domínguez ni Teresa Claramunt, tuvieron miedo en subir al estrado para decir las verdades que defendían, rompieron la zona de confort para denunciar la discriminación patriarcal sobre las mujeres. Ni Hipólito ni el PAR ni la CHA buscan construir otro imaginario. Excusas no faltarán nunca. Y autocomplacencia tampoco.
Aragón ha fallecido de éxito. Ese es el relato que nos transmiten, el del Ser. Aragón en España. Y se acabó. La Ronda de Boltaña ya cantaba allá por el 2001, en su Manifiesto de Invierno, la apelación a «¡Siete llaves al sepulcro de Costa!». En clave identitaria nos ha matado el que dirán…, las consecuencias las tenemos en esa falta de todo para ser una colectividad consciente. Podemos quemar nuestras naves y huir de las posiciones de siempre, ¿es esa nuestra tarea? Creo que no. Lo inteligente sería reconstruir desde un nuevo marco, entendiendo que no es el que hemos sustentado hasta ahora. Por miedo y comodidad, la conciencia nacional aragonesa ha dejado de latir a las velocidades del pasado.
Fijáos en esta opinión de hace casi un siglo: «he pasado por todos los movimientos aragonesistas, pero afirmo que el movimiento para triunfar, tiene que salir de los pueblos y no de las capitales» («Los precursores del aragonesismo (1978)»en Eloy Fernández Clemente (2014), Ante Cataluña), esta afirmación es de Gaspar Torrente, una figura histórica del soberanismo aragonés en clave de clase y por compromiso internacionalista. Ha pasado mucho tiempo de esa frase, el tiempo largo en historia, pero parece que vuelve con intensidad, como un guiño para este nuevo relato del que obviamente, sólo apunto reflexiones. Esto es una tarea de todas.
¿Ha de centrarse el movimiento soberanista en lo rural? ¿o llegamos tarde en esta estrategia? ¿desde dónde construimos el nuevo relato? El Ser que nos han impuesto ya vemos para qué sirve, una estrategia de dominación, en lo simbólico y en lo material, que mientras no rompamos a todos los niveles, seguirá imponiéndose sobre nuestras vidas. Defender las soberanías, que son variadas y se comunican unas con otras, apelar a la autogestión ya que no nos van a regalar nada, fracturar su relato, en el que yace secuestrado el aragonesismo clásico, de sillón y consejería. ¿Dónde se habla de la clase trabajadora? Claro, luego nos pasará como a los italianos…
Es duro aceptar que sólo con nuestra actitud se puede romper este relato. La militancia es uno de los saberes críticos que debemos aprender y reaprender. Y el reconocer a otras, como agentes afines, en igualdad de condiciones, aunque hayamos estado mucho tiempo obviando su trabajo. Y en tantas cosas, que nos debilitan por egos e historias del pasado. Estamos a tiempo de rehacer todo.
Justo ahora que pasa la efemérides del fallecimiento de Labordeta, se van concretando las alianzas electorales de cara al 20-N. Hoy mismo Mariano Rajoy firmará su pactito con el PAR para ir juntos tanto en el Congreso como en el Senado. Un acuerdo natural que demuestra una vez más las artes maquiavélicas de Biel, tipo curioso, capaz de rehacerse a sí mismo las veces que haga falta. Eso sí, siempre que su partido tenga poder territorial, el día que lo pierda veremos que pasa. Por otro lado es inminente el acuerdo CHA-IU para ir de la manita, un bloque de izquierdas que no me desagrada en sí pero que tiene bastantes contradicciones que imagino tratarán de ocultar o pulir. Es la primera vez que se produce esto en Aragón, entre partidos parlamentarios, por lo menos desde 1936.
Creo que el plano nacional queda subsumido con ambos acuerdos. La crisis del capitalismo ha globalizado todos los discursos y actuaciones, haciendo que todos los agentes políticos jueguen la baza de «lo social», a unos les dará igual ir de la manita con un partido que defiende el trasvase del Ebro, y a los otros con formaciones que apoyan recrecimientos como el de Yesa. Por eso, sigo pensando que la alternativa está fuera de esos extraños tableros. Habrá que articularla. Claro está.
Está la cosa movidita por Aragón. El PSOE repunta con una puesta en escena mediática gracias a Marcelino Iglesias, barón zapateril, que fue elegido como secretario de organización. Los feudos del señor Biel se caen y justo por donde más fuerte estaba el PAR, por el sur. Miran a derecha y a izquierda, pero las encuestas son un engañabobos. El PP está desarticulado, sin programa, jugando al eterno desgaste de la crisis económica, cuestionan las comarcas o cualquier signo de autogobierno, esperando como hacía el PNV en Euskadi (el árbol y las nueces). Algunos voceros mediáticos (los más proclives a que el PSOE siga en el centro político, con tripartito o con los regionalistas) apuntan y recuerdan el carácter trasvasista de la Rudi. CHA continúa en su nebulosa, no tienen mal escenario, incluso el «efecto Labordeta» ls puede venir bien. En otros mundos, partidos como Estau Aragonés ya están preparando sus listas municipales (en Zaragoza). Buena noticia. Esperaremos acontecimientos.
– Ya sabes que muchos dicen «soy de este país», «el Estado español», pero no quieren pronunciar la palabra España [Carbonell].
– Yo soy español. Yo puse Un país en la mochila porque sé que a mucha gente la palabra España le sienta mal, pero a mí cuando me preguntan de dónde soy respondo: soy español. No me avergüenzo porque detrás de mí están Quevedo, Lope de Vega, Cervantes, Picasso, yo que sé. Y yo me siento orgulloso de todos ellos. Y como todos ellos se sentían españoles yo me siento español como ellos [Labordeta].
Vía / «Charla entre José Antonio Labordeta y Joaquín Carbonell», El Periódico de Aragón, 18.04.10.
Extracto de la entrevista que Carbonell le realizó a Labordeta el día regional (así como les gusta a ellos). Como la ley de Murphy, mitos como el señor Labordeta cada día se desprestigian más a ojos de los aragoneses que no nos sentimos españoles, pero que además admiramos a Kafka, Tolstoi o Rembrandt, sin por ello tener que ser checos, rusos u holandeses. La verdad es que no escribo nada que ya no se sepa o no se intuya de Labordeta. Hace un año comentábamos que el aragonesismo había muerto, gracias a gente como Labordeta, su creador pero también su enterrador, como un juguete roto. Como le pasó a Bernal con Cha. A Labordeta lo admiraré por su labor de activista inconformista, pero como político, dista mucho de la esencia aragonesa, acomodado en esa vaga idea federal española. El tufo apesta.
Navegando por la red me encuentro esta curiosa foto que define unas cuantas paradojas electorales e ideológicas:
Patxi Zabaleta en un mitin y de fondo los logos de los cinco principales partidos de la coalición “Europa de los Pueblos-Verdes”. El lema de Aralar es “Independentistak eta ezkertiarrak”, algo así como independentistas y de izquierdas, una frase que choca mucho viendo el logo de sus aliados aragoneses, Chunta Aragonesista. Lo digo por aberrante, ya que muchos de sus líderes históricos (Bernal, Fuster, también Labordeta) han echado pestes de cualquier tic emancipatorio, rayando el constitucionalismo hipócrita cuando la cosa se ponía fea. Cada uno está en su sitio, algo que en Aragón se agradece, pero confusionismos los justos. Y eso que Patxi sabe mucho del tema también.
La política oficial es muy dada a cuestiones de liderazgo político, por eso el Heraldo de Aragón en la encuesta que publicó el Día Nacional, planteaba datos sobre estos liderazgos. ¿Quién sería el mejor candidato para el Gobierno de Aragón? Los que son, están en su sitio, Marcelino también (no veo tan claro que no vuelva a presentarse), pero Rudi, Biel o Barrena son las primeras opciones de sus partidos. En CHA no, a la candidata Nieves Ibeas la relegan al tercer puesto. El recuerdo de Chesús Bernal sigue ahí, pero el tótem Labordeta (retirado) llama a las musas de su electorado. Creo que la gente sigue muy perdida con el tema Chunta, para una gran parte del país son los radicales de siempre y para una masa crítica han dejado de serlo. En el espacio que queda entre unos y otros, gente confundida, fiel a unas siglas, pero que está distante de lo que le ofrecen sus líderes políticos. Desconocimiento, confusión, perdida de valores. Incluso en algo tan simple, como esta encuesta se vislumbra la travesía en el desierto de la otrora reluciente Chunta Aragonesista. Y no me cansaré de repetirlo.
«Yo creo que en este momento tiene poco sentido un partido nacionalista en Aragón. En las últimas elecciones la CHA sacó 40.000 votos, a lo mejor son 40.000 nacionalistas que hay en todo el territorio. Pocos mimbres para hacer un cesto».
En un desfase total con muchos precedentes en los últimos años, el ARAGONESISMO muere de viejo o de torpe o de téoricamente poca cosa que llevarse a la boca. En el último fin de semana tanto José Antonio Labordeta como Hipólito Gómez de las Roces han destapado el tarro de las esencias. Del segundo comentaremos poco, sus profundos conocimientos sobre Filología y lenguas románicas me dejan perplejo. Deseo explayarme con El Abuelo, personaje ácrata donde los haya, librepensador que por circunstancias de la vida terminó en Cha. Chunta perdió la mitad de sus apoyos electorales por muchos factores, el jugar a querer representar la periferia del centro, cuando somos la periferia de la perifera, y bueno, el tema del funcionamiento democrático de los partidos políticos (poco colaborativos, jerárquicos, alejados del pueblo). Si tan buena labor realizó Labordeta, ¿porqué no le votó la gente? ¿el pueblo es tonto? ¿o la partida entre nacionalistas del PP y PSOE funcionó mejor?
El ARAGONESISMO ha muerto. Con semejantes liderazgos, así nos va. Hemos sido cómplices de estereotipos, usos, abusos y redenciones que nos llevan a un punto de partida mortal. La negación de nuestro carácter nacional. Sin teoría no hay acción, seguiremos durante muchos años en laberintos, espejos, idolatrando a falsos dioses y como no decirlo, desapareciendo como pueblo. Esperemos que no.
El otro día reflexionaba sobre la generación perdida, pues a otro nivel y con otros planteamientos encuentro un post que hablaba de la crisis general del soberanismo catalán (de Manel Bargalló). Trata el nivel de concienciación de alguien, de joven a viejo. La juventud rebelde, rodeada de experiencias positivas. Y cuando uno es mayor todo se vuelve pesimismo, las experiencias negativas se acumulan. Es decir, toda una vida de lucha sin recibir compensaciones. O la teoría de apuntarse a caballo ganador. He conocido gente, que tras militar de forma activa en el movimiento nacionalista, se va o desaparece, y al cabo del tiempo mutan en grandes defensores del españolismo: botifler espanyol dice el señor Bargalló. Al revés es raro, el nacionalista español jamás hará su peculiar conversión hacia las esencias nacionales aragonesas. Podéis recordar el caso de Jiménez Losantos, pero generacionalmente no me cuenta. De hecho su excompañero José antonio Labordeta, mito “aragonesista” para muchos (Los Supremos incluidos) luce con ardor cuando le preguntan si Chunta apoyaría un Sí al derecho de autodeterminación en Aragón (entrevista en El Mundo, 28.02.01):
Hace poco dije que los aragoneses somos locos pero no tontos. Somos un partido federal que se encuentra muy cómodo en un país que se llama España. No nos gusta imitar maneras y formas de otros territorios. Somos como somos.
Ciertamente Labordeta no se convirtió al país triunfador. Siempre estuvo allí, con sus cosas. Las mismas que han provocado que mucha gente jope literalmente de su partido. Para los que se quedan, especialmente para Desde Banarus, que leyendo su Quedémonos con los oasis, mepermite recordar como esto no será flor de un día. Si hay oasis hay agua, lo que pasa que habrá de aflorar… para que pueda ser, pero sin españoladas ¿verdad Labordeta?