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Blog aragonés de pensamiento anticolonial

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Ante las imposibilidades… optimismo y Aragón deconstruido

“Tombar el mur, obrir la gàbia…” (letra de la canción Corbelles, de Zoo)

El compañero y amigo Guillén González publicó hace ya unos días un artículo en el que respondía al análisis que realicé sobre la ponencia de Purna relativa a la cuestión nacional -el cual podéis consultar en Lagor, AraInfo y también en mi blog personal-. Se agradece el esfuerzo por desarrollar y aclarar los argumentos o tesis que plantea Purna en su VIII Asamblea Nacional. Creo que merece la pena realizar una réplica rápida y de urgencia, sobre la contestación de Guillén, y de esta forma cierro debate sobre el tema. Aunque está claro que volveremos en un tiempo, con más sosiego, o cuando el propio Guillén desarrolle su prometido artículo sobre el concepto de soberanía.

El artículo de Guillén se organiza en torno a unos temas clave para el análisis de Purna, desde las condiciones objetivas del contexto actual -a nivel social y político- hasta el aragonesismo -y sus imposibilidades o potencialidades-, pasando por cuestiones como la estrategia socialdemócrata o la polémica unidad estratégica actual de las luchas. Contesto con un listado de aclaraciones para fijar postura sobre alguno de los temas que aborda.

Primero. Encuadrar la correlación de fuerzas y el estado del conflicto nacional en Aragón lleva a renuncias y Purna es la última organización que conozco, que lo ha hecho. Reitero que esto no va de etiquetas o “Yo soy indepe” y “tú no”, que es algo muy manido en algunos entornos. Nuestra realidad es de colonialidad, se perciba como tal o no -el hecho de estar en el Primer Mundo capitalista determina esta segunda opción-, y esto permite condiciones revolucionarias con una adecuada estrategia.

Segundo. Delinear el “voluntarismo” de la identidad nacional es simplemente equivocado en un sentido estricto. Y el análisis científico lo demuestra día sí y día también. Podemos debatir sobre infinitas cuestiones materiales y simbólicas de la construcción sociocultural de las colectividades, pero todo es cambiante aunque nuestro presentismo no nos permita percibirlo como tal. Hay una hegemonía españolista que tiene flujos de todo tipo e interacciona con el resto de identidades. 

Tercero. Idealizar se puede interpretar como mirar al pasado. Nadie construye algo nuevo de la nada, tres décadas de movimiento juvenil vía Chobenalla-Purna no son coincidencia objetiva, sino consecuencia de un relato colectivo en clave de movimiento, muy heterodoxo y con divergencias, pero una colectividad que apela a determinados ejes y luchas. Aquí encajan las decisiones que se toman y ya escribí que, lógicamente, cada organización autodetermina su futuro.     

Cuarto. Somos periferia, como otras naciones, pueblos, regiones o zonas del mundo. Eso no es imaginado; es consecuencia del poder de la burguesía, sea local, estatal o transnacional. Cada uno tiene su forma de construir la realidad. Guillén alude a una dinámica colonial entre Zaragoza y el resto de Aragón. ¿Causa o consecuencia de la nacionalización española?

Quinto. Está claro que en Aragón no existe un partido-movimiento que pueda superar la dominación ideológica en clave nacional. No lo fue CHA en su momento, en el espectro aragonesista y autonomista, y tampoco lo ha sido Podemos con su amalgama de confluencias. Ni siquiera Puyalón de Cuchas, que se quedó sin motor en momentos clave, aparte de otras cuestiones. “Sin burguesía nacional no hay nación subjetiva”, sostiene Guillén, lo mismo podríamos decir respecto al proletariado: sin una clase para sí no hay condiciones objetivas de nada. Parece más cercana una cosa que la otra, pero al final ya vemos lo que está ocurriendo en Europa, el ejemplo cercano de Italia no augura nada positivo en la recomposición de la clase trabajadora como sujeto político.

Sexto. Purna no abandona la causa nacional aragonesa, pero abraza el objetivo de un Aragón obrero que peca de fetichista, ya lo comenté en el primer artículo, “si la manta no tapa lo suficiente” siempre se descuida un flanco. La búsqueda de una alianza internacionalista idealizada es loable pero sin olvidar que la clave es la interseccionalidad de las luchas a todos los niveles y en todos los frentes. Vanguardia y organización de masas. En Aragón siempre ha costado construir ambos elementos. Las imposibilidades podrían encajar con esta idea. En clave interna, el proceso Airaz pudo haber sido pero…   

Séptimo. Los puentes y alianzas para el aragonesismo han de construirse, ya que es una causa directa de su debilidad actual. En esta parte del artículo de Guillén, coincido en gran medida, y es una de las razones que me ocupa y preocupa como sujeto político. Los elementos reaccionarios del aragonesismo plantean dudas y límites importantes, un nacionalismo a medio hacer que se vio de forma palpable durante el 1 de octubre catalán. El soberanismo progresista ha ido en otra línea, pero siendo minoría de minorías y la frustración llega sola. Esto no sólo afecta a la generación de Purna, es un debate de mayor calado, y que tampoco vamos a desarrollar en esta rápida réplica.

Por otro lado también es interesante abordar algunas cuestiones que salen en las otras dos ponencias de Purna, las que plantean consideraciones en torno a la coyuntura presente y la referente a estrategia. Se reflexiona sobre temas como la necesidad del partido, o las condiciones que se tienen que dar, lo cual no pasa por una fundación simbólica de nombre o siglas, o por centrar su estrategia en la práctica socialdemócrata. Esperemos sentadas, ya que construir un partido revolucionario en Aragón no es prioritario (sic), con lo que las demandas profundas y compartidas de la clase obrera del país se quedan en un limbo inmediato, ya que todo lo territorial está lleno de prejuicios y lo que se ofrece viene bien marcado por el identitarismo y el guetismo. Estos son algunas claves relacionadas con todo lo anterior.

Ya expuse como conclusión a mi artículo que los hechos y los valores no son separables, tal y como argumenta la dialéctica marxista. Y el componente emocional tampoco se puede separar de ningún proceso de cambio, revolucionario o no.

La proletarización del presente y el borrado progresivo del Estado del Bienestar nos lleva a un escenario de coerción y represión para asegurar el dominio del capital. En relación con este contexto, Xavier Calafat y Albert Portillo exponen un desarrollo crítico a nivel de organizaciones en todo el Estado español, sobre escisiones y rupturas estratégicas en el seno de la izquierda, con una marcada ortodoxia marxista-leninista. Ahí están los casos de Arran o Gazte Koordinadora Sozialista, entre otros, con los ejes reforma-revolución, priorizar la lucha de clases frente a otras luchas sectoriales -que serían todas las demás-. No hay una batalla cultural en la izquierda pero el fin de ciclo del 15M pesa y mucho.

Estoy totalmente de acuerdo en que la desaparición de la dominación burguesa es la clave para la emancipación social y para transformar la identidad nacional. No añadimos ningún ingrediente nuevo. Sólo queda tener voluntad organizada, optimismo y empezar a deconstruir Aragón.

Valencianisme liquid

Han pasado dos décadas desde que Zygmunt Bauman publicara su Modernidad líquida, una visión maleable y derretida de la sociedad, a la que un buen número de autores e investigadores se han ido acercando. Es el caso del ensayo que os reseño por aquí. Valencianisme liquid. Una recomendación que me llegó a través de Lorient y que no me pensé ni un momento en comprarlo y leerlo a continuación. Publicado por Edicions Tres i Quatre (@Editorial_3i4), una editorial clásica de la lengua catalana, fundada en 1968 por Eliseu Climent.

El autor es Antoni Rubio i Reverter (@antonirubio), nacido en Esplugues de Llobregat el mismo año que el creador de este blog, en 1978. Criado en Valencia, filólogo, periodista, profesor y por supuesto escritor. En 2007 publica con Héctor Sanjuan un libro sobre el País Valenciano al ritmo de los míticos Obrint Pas.

Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres, la acción del enemigo. Esta frase de película de James Bond, describe a la perfección una de las ideas principales de este ensayo: la imposibilidad de reformar el Estado español, una estrategía en la que anda obsesionada la formación Més-Compromís, la cual va diseccionando el autor a lo largo y ancho de las más de doscientas páginas del ensayo.

En la primera parte del libro se desarrolla un poco la historia y circunstancias del País Valenciano. Un relato triste que queda marcado por la negación permanente de su propia idiosincrasia nacional. El autor combina las tesis de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross para ir desgranando los argumentos de esta liquidez valencianista. De esta forma se pasa por la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Las partes del ensayo giran alrededor de estas etapas psicológicas. El primera capítulo -«País Valencià, la negació permanent»- es la más descriptiva, tratando de identificar «la valencianitat» y siempre con Joan Fuster como referente, en un país complejo, con una división provincial que no ayuda y esa tendencia a imaginar la identidad desde tópicos como la paella, la taronja o el Micalet. Rubio emplea numerosos ejemplos para explicar la renuncia, ahondando en la historia y en el tiempo presente, en la negación de cualquier vínculo con Catalunya y lo catalán. El valencianismo lo ha tenido siempre difícil para plantear una hegemonía política, algo que se complica con una ley electoral que exige un 5% de los votos en una circunscripción para tener representación en las Cortes valencianas. Por supuesto, todos estos obstáculos benefician al españolismo, que en su versión derechista ha campado a sus anchas por la terreta. Corrupción, megalomanía, colonialismo, pancastellanismo. Las señas de identidad del PP, que va desgranando con ejemplos el autor.

El segundo capítulo -«La ira d’una democràcia relativa»- plantea, siguiendo las etapas de Kübler-Ross, que el valencianismo continúa en la negación mientras que el españolismo hace siglos que pasó a la fase de la ira. Un síndrome de Estocolmo que también conocemos perfectamente en Aragón. Infrafinanciación y expolio como ejemplos paradigmáticos de esta situación. Lo que se concreta en un eje ferroviario que no vertebra el país y que incomoda por su ruptura con la España radial. Los ataques contra la lengua catalana también ocupan una parte importante de este capítulo, el divide y vencerás del mundo blaverista. O el odio que hay detrás de todas estas cuestiones y que traspasa todos los límites, como el asesinato de Guillem Agulló o la impunidad de los fascistas del Grup d’Acció Valencianista. Por supuesto, Rubio relaciona y aborda cuestiones como la aplicación del artículo 155 o la Ley Mordaza.

El tercer y cuarto capítulo, «Entre la negociació i la renùncia» y «El votant model del valencianisme» reflexionan sobre las oportunidades que está perdiendo el valencianismo político desde su llegada al poder en 2015. Con sus 19 diputados y el pacto del Botànic. Y aquí llega la liquidez total, con un reformismo insuficiente y poco ambicioso, que ha ido generando renuncias permanentes como el nombre del territorio, de País Valencià a Comunitat Valenciana en los documentos oficiales. Compromís aparece definido como un PSOE un poco radical, que mira demasiado a Madrid y a las políticas progres de Unidas Podemos, sin valentía, con una refundación ideológica peligrosa, en la que el antiguo Bloc también ha participado. El objetivo final se plantea en términos de edulcorar la cuestión nacional.

Una de las partes del capítulo dedicado al votante ideal del valencianismo es especialmente interesante para hacer comparativas, ya que reflexiona sobre el discurso de los partidos y cómo se amoldan a un votante potencial. En este sentido, el autor critica con contundencia las renuncias de Compromís a esa base valencianista fusteriana, para abrirse a un perfil izquierdista hipster, con un valencianismo difuso, más preocupado por los Derechos Humanos o los problemas medioambientales en cualquier parte del mundo, que no en su territorio. Una primavera de alergias extrañas, ya que todo lo que tiene que ver con Catalunya, queda amagado o rechazado. ¿A qué nos suena esta narrativa? A muchas cosas y todas negativas. Por Aragón ya tenemos a CHA y su juego con Más País, el anticatalanismo, la moderación, la falta de valentía, etc.

Los dos últimos capítulos aportan la clave propositiva del ensayo, planteando un «marc mental propi contra la depressió» y la valentía de considerar a los «valencians, els nous catalans». La nueva izquierda española es líquida y plantea su ideología en base a etiquetas descafeinadas (ecosocialismo, nacionalismo light, antifascismo de mínimos, socialdemocracia estática…). Otro de los temas interesantes que aborda el autor es la cuestión de desconectar cualquier relación entre valencianos y catalanes, una «tàctica hispanocèntrica» que se aborda con numerosos ejemplos. Geosinónimos, eufemismos. Anticatalanismo como antivalencianismo. La historia de la eurorregión y sus constantes cambios y vetos. El marco mental invita a todas, no solo lo leemos en clave valenciana. El enemigo lo ha creado y ataca constantemente: menas, antisistema, terroristas, radicales, violentos, lazis, catalanistas, dictadoras de género, feminazis

En todo caso, la alegría de la lucha siempre es mejor que la depresión de la renuncia, o de rendirse. Así que celebremos este tipo de ensayos, tan frescos, de lectura rápida y que sirven para repensar e inspirar. Por 15 euros. El debate de las Españas o España, las soberanías o soberanía.

Como canta Zoo:

S’han fet de pau i de guerra
Totes les contradiccions
I les cançons, ventiladors
Que esguiten merda, merda pa’ tots

Artículos propios relacionados con el post:

http://www.subarbre.info/hola-soy-el-aragonesismo-sociologico-donde-estais-vosotras/

Hola, soy el aragonesismo sociológico. ¿Dónde estáis vosotras?

¿El municipalismo es el verdadero poder?

Arturo Aliaga hizo unas declaraciones muy sorprendentes hace unos días. Este señor, que detenta la Consejería de Industria y la Vicepresidencia del actual Gobierno de Aragón (legislatura 2019-2023), amenazaba a los ayuntamientos que se opusieran a los proyectos de renovables, violentando la base de la democracia, la autonomía municipal. Aliaga es del PAR y está acostumbrado a hacer y deshacer. Pero con 3 diputados de 67 en el actual parlamento, es normal que se ponga nervioso y más para una persona que lleva de diputado la friolera de 14 años.

Tener el poder en Aragón es complejo en sí. Y algunos equilibran mejor que otros este reparto a varios niveles. He realizado un suma-resta comparativo entre 2011 y las últimas elecciones municipales -las de 2019-, para sacar algunas conclusiones respecto a este tema. Recordamos que la famosa «crisis de régimen» explotó hace una década, con las protestas del 15-M y el lema de «No nos representan». Pasaron muchas cosas, que no vamos a detallar. Me interesa destacar la irrupción de fuerzas emergentes (Podemos y sus confluencias) que podían volcar el poder político a todos los niveles. No fue así. Y parece que el sistema vuelve a su sitio inicial. Nombramos también el reforzamiento, tras 2011, de otros partidos que ya exístían, como Ciudadanos, y la extrema derecha vía Vox.

Esta es la comparativa de los 5 partidos parlamentarios aragoneses en 2011. ¿Quién detenta el verdadero poder municipal?

En esta foto fija de los cinco partidos con representación en el parlamento aragonés, llama la atención que el PSOE aguanta muy bien en esta década larga y convulsa, en la que han pasado tantas cosas a nivel político y social. 87 ediles más a día de hoy, sólo pierde unos pocos en Teruel. Los descalabros importantes vienen en el ala conservadora. El PP se deja casi 200 concejales, con pérdidas significativas en Uesca y Zaragoza. Mientras que el PAR se deshace como un azucarillo a nivel municipal, con menos de 300 concejales con respecto a 2011, ¿de aquí vendrá la rabieta autoritaria de Aliaga? CHA sujeta su poder pero a la baja e IU se despierta de un mal sueño tras sus alianzas confluyentes. El PSOE rampante, aguantó el sorpasso.

Y eso que en la foto de 2019, y por supuesto en la de 2015, ya tenemos a esos partidos «nuevos», que de una forma u otra, amenazaban al bipartidismo. Ciudadanos ostenta en todo el país unos 400 concejales, lo cual no es poco si observamos el volumen total del resto. Podemos, con sus alianzas variables, apenas alcanza los veinte ediles -con Equo o confluencias municipalistas de distinta composición-. Mientras que Vox detenta 22 concejales en estos momentos. Todo esto cambiará, sobre todo tras ver los últimos resultados del partido naranja en otros territorios.

Aquí no hablamos ni de alcaldías ni de equipos de gobierno. Ese asunto sería más complejo para lo que pretendo exponer. En lo sustancial y teniendo un país tan envejecido, el poder municipal, los concejales de los 729 municipios aragoneses, responden a una composición altamente conservadora. Y eso que no entramos en la amalgama de coaliciones independientes y locales que salpican un número importante de nuestros pueblos -otro efecto más del «no nos representan»-. Algunos llegamos a soñar con una red de complicidades en el territorio, pero el proyecto ya duerme el sueño de los justos. Poco más.

¿Y la sociedad civil? ¿el pueblo? ¿qué opina de esto?

El aragonés y los sindicatos

Esta semana me llegó por varios sitios una noticia positiva para la lengua aragonesa, la firma de ocho convenios de colaboración con entidades sociales, sindicales y empresariales para promocionar las lenguas propias de Aragón.

Pasados los días y según valoraba esta iniciativa, de la DGA (vía Dirección General de Política Lingüística), entré en una profunda frustración, por los olvidos y la poca sensibilidad que se tiene hacia supuestos aliados estratégicos. Soy muy subjetivo cuando escribo este post -como con todos-, la objetividad no existe, ni siquiera en las ciencias. Llevo diez años afiliado a un sindicato (SOA) que desde su fundación ha hecho uso y ha promocionado nuestras lenguas propias, con una implicación de compromiso y país. En 2009 fue el promotor de la coordinadora Aragón Trilingüe, una iniciativa decisiva para que se aprobara la Ley de Lenguas. Hemos realizado talleres de aragonés, nos hemos ofrecido para seguir apoyando las ideas de la DGPL, como en «Agora x l’aragonés» -aunque no nos hicieran caso: «no era el momento»-. Y todo sin pedir nada a cambio, por defender lo legítimo.

Me dirán que lo importante es la representatividad, llegar a mucha gente y que estos convenios sirven para eso. Se trata de regalarle el aprobado a un alumno que no ha entregado ninguna tarea en todo el curso, que jamás estudia y que encima, inocentes de nosotras, aún pensamos que esto irá en provecho de un indeterminado beneficio social.

CHA, responsable de la DGPL, hace muchos años que no piensa en clave de movimiento, y eso significa gestos y actitudes. Las buenas palabras nos embelesan a todas. Espero no dudar de que UGT o CCOO, OSTA o STEA, comiencen a trabajar de verdad por el reconocimiento de los derechos culturales de todas las aragonesas. Unas más que otras. El tiempo juzgará. Pero excluir no creo que sea un camino acertado. Sobre todo, cuando el españolismo, ha adoptado la vía del victimismo hacia su lengua supremacista.

Hipólito y el qué dirán. Aragonesismo de confinamiento.

Artículo publicado en ARAINFO y LAGOR.

Hipólito Gómez de las Roces nunca se ha cansado de escribir sobre la necesaria unidad electoral del aragonesismo, entre CHA y PAR -cuando ambos tenían sobre un 20-25% de votos-, eso sí, con sus líneas rojas sobre el tema: sano regionalismo, la opción territorial es una ideología neutra, de centro. Su blablablá. También apuntó, que de lo contrario, ambos partidos pasarían a ser cadáveres sucursalistas del centralismo. Esto va de los años 2007, 2008… Y esa profecía al final se terminó cumpliendo una década después. En la doble tanda de las generales del año pasado, el PAR renunció a participar de la «fiesta de la democracia», mientras CHA cooptaba con el entramado errejonista de Más País.

¿Qué opinará Hipólito, de Teruel Existe? Creo que no lo verá con malos ojos, a pesar de que su partido militante ha sido uno de los principales culpables de la situación de Teruel y comarcas del sur. También hay analistas optimistas, como Edu García, que interpretan una base progresista tanto en su electorado como en sus propuestas, apelando al sentido común -gramsciano- de la gente. ¿Es esto lo que buscábamos, no? Seguimos hablando de representantes en Madrid. El ir y venir de las organizaciones aragonesistas a lo largo de su historia puede tener un referente en lo que haga Teruel Existe; quizá el romper su virginidad política pueda ser beneficioso para construir el nuevo relato, que está muy alejado de los pensamientos de Hipólito.

¿Bandera de la España vaciada ¿del Aragón despoblado? ¿desmantelado? ¿colonizado? Dependerá más de lo que dure la legislatura, un asunto algo pragmático, pero que abre una ventana de oportunidad a esta agrupación electoral siempre y cuando se cumplan algunas de las promesas pactadas o reivindicadas. El resto, es territorio conocido. Ser la voz de «X», ampliar sus posibilidades, el eje inclusión-exclusión o el doble regionalismo que postula (hacia Aragón y desde Teruel).

La idea de tener un representante en Madrid no es nueva. Aunque hay formas y formas, los casi 20.000 votos a Teruel Existe la convertían en la fuerza más votada en este territorio; en el 2000, Labordeta necesitó unos 65.000 votos (12,8%) para obtener su escaño por Zaragoza. El agarrarse al poder para que Aragón tenga un representante de sus intereses. El año 2008 fue el primero en que no hubo ningún parlamentario de un partido aragonés (de obediencia propia), desde 1977. Aquello era un aviso, y una década después se ha confirmado: el aragonesismo electoral está casi finiquitado con las formaciones políticas de siempre. Y tampoco nos hemos rasgado las vestiduras por ello.

El imaginario de estas formaciones gira alrededor de los temas de siempre. Repasemos y recordemos un poco. El Estatuto de Autonomía, un instrumento que da igual las competencias que tenga, si se recentraliza cada dos por tres. ¿Está obsoleta la reforma de 2007? Lo más importante estriba en que ha de cumplirse. ¿En cuántas ruedas de prensa Lambán no menciona la financiación? ¿Y el agua? El relato del pacto de los embalses, desarrollismo contra sostenibilidad, con la cabezonería en recrecer Yesa, entubar el Jalón para Mularroya o malvender la economía y el territorio en Biscarrués -mientras escribo esto, la justicia «tumba» este proyecto-. Un relato bien alimentado por el lobby agroalimentario de siempre, y que hace de palanca paradójica, cuando tenemos nuevas fuerzas en las cortes aragonesas que están a favor del trasvase del Ebro (Vox y Ciudadanos). Otro tema son las fronteras, somos país de acogida y de línea divisoria con el Estado francés, pero siempre estamos dando vueltas a lo mismo (el Canfranc, los gobiernos centrales y sus ninguneos) y encima con un anticatalanismo que lo estropea todo, ¿os acordáis de la Eurorregión? Y por supuesto, las infraestructuras internas, sin conexión de cercanías, con unos trenes «regionales» dignos de una mala película sobre el imperialismo británico, con la mentira del AVE y muchas carreteras estatales sin desdoblar. El paro y la precariedad no sólo forman parte del imaginario actual, siempre han estado ahí, con una Unión Europea austericida, que condiciona el autogobierno y sin un Marco Aragonés de Relaciones Laborales que nos permita decidir lo que queremos hacer en cuestiones de convenios y sectores productivos. En este breve repaso, queda el pactismo, esas sagradas coaliciones que cada vez se parecen más a extrañas nebulosas, transversales, en las que el PSOE se mueve de lujo. La foto del último gobierno autonómico lo dice todo. «Paremos a la ultraderecha», y se acabó el relato.

Con este panorama político, no nos puede extrañar que entre un 60-70% de los aragoneses se sientan tan españoles como aragoneses. Esta identidad dual, neutra, carece de conflictividad a nivel territorial. Ha ido fluctuando con el tiempo, pero parece reforzarse en los últimos años. Si vivimos en un Estado como el español, en una sociedad capitalista y consumista que no nos trata como seres autónomos a nivel colectivo, estamos siendo colonizados y esto es duro, jodido de admitir, en el Primer Mundo. Pero es así. Es lo que el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel, llama la zona del ser y la zona del no ser, que se aplica para los denominados estudios decoloniales, centrados en criticar la colonialidad del poder y del saber anglosajón sobre Latinoamérica, África o cualquier espacio racializado. El ser te define y redefine, te clasifica y te sitúa en la línea de lo normal (España, Régimen del 78, descentralización autonómica, pactismo socio-económico), a partir de ahí jerarquiza la zona del no ser, en la que sitúa a las identidades aragonesas, no hay dualidad posible en este marco, ya que el ser significa aceptar el imaginario aragonesista de siempre, y el no ser te catapulta a la difamación pública y constante. Heraldo de Aragón ejerce perfectamente de juez y parte respecto a esta cuestión. Desgraciadamente, casi todo el aragonesismo ha jugado en el terreno del ser, sólo así se entienden las declaraciones -algo frecuentes- que realizaba José Antonio Labordeta respecto a la independencia de Aragón: «los aragoneses éramos un poco brutos, pero no tontos. Espero que ahora no nos estemos volviendo tontos» (El Periódico de Aragón, 7 de agosto de 2005). Pero esto no va de ser independentista o no, más bien de comprender que el Ser en España lleva un camino que no nos permite Ser (existir) como pueblo autónomo. Es una estrategia fallida, un imposible para el imaginario aragonesista.

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Casco antiguo de Calatayub, el ejemplo perfecto del Ser colonial normativo

Ellos tienen su verdad absoluta (el ser) y a partir de esta idea clasifican todo lo demás en términos de inferioridad y subordinación (el no-ser), lean este artículo sobre la irrupción de Teruel Existe en el Congreso. El ser (español) en su quintaesencia. Y es sólo una pequeña muestra. Ellos, el nacionalismo español, dominan la idea de civilización (supuesta, claro), con lo que esa identidad dual es una trampa, un aviso para navegantes sobre las líneas rojas que nunca hay que atravesar. Incluso para los situados en la zona del no-ser, como Puyalón de Cuchas, este marco de construcción de relato se hace duro, y ante una situación de crisis o desmovilización, se opta por un pragmatismo pedagógico que dadas las capacidades, también produce frustración. Tampoco se trata de tirar del manual antiespañolista. Se trata de construir otro imaginario, que no va de tener representantes en Madrid ni de dar vueltas a los temas de siempre.

«El qué dirán» era la frase más repetida por las feministas que lucharon a caballo del XIX y XX, ni María Domínguez ni Teresa Claramunt, tuvieron miedo en subir al estrado para decir las verdades que defendían, rompieron la zona de confort para denunciar la discriminación patriarcal sobre las mujeres. Ni Hipólito ni el PAR ni la CHA buscan construir otro imaginario. Excusas no faltarán nunca. Y autocomplacencia tampoco.

Aragón ha fallecido de éxito. Ese es el relato que nos transmiten, el del Ser. Aragón en España. Y se acabó. La Ronda de Boltaña ya cantaba allá por el 2001, en su Manifiesto de Invierno, la apelación a «¡Siete llaves al sepulcro de Costa!». En clave identitaria nos ha matado el que dirán…, las consecuencias las tenemos en esa falta de todo para ser una colectividad consciente. Podemos quemar nuestras naves y huir de las posiciones de siempre, ¿es esa nuestra tarea? Creo que no. Lo inteligente sería reconstruir desde un nuevo marco, entendiendo que no es el que hemos sustentado hasta ahora. Por miedo y comodidad, la conciencia nacional aragonesa ha dejado de latir a las velocidades del pasado.

Fijáos en esta opinión de hace casi un siglo: «he pasado por todos los movimientos aragonesistas, pero afirmo que el movimiento para triunfar, tiene que salir de los pueblos y no de las capitales» («Los precursores del aragonesismo (1978)»en Eloy Fernández Clemente (2014), Ante Cataluña), esta afirmación es de Gaspar Torrente, una figura histórica del soberanismo aragonés en clave de clase y por compromiso internacionalista. Ha pasado mucho tiempo de esa frase, el tiempo largo en historia, pero parece que vuelve con intensidad, como un guiño para este nuevo relato del que obviamente, sólo apunto reflexiones. Esto es una tarea de todas.

¿Ha de centrarse el movimiento soberanista en lo rural? ¿o llegamos tarde en esta estrategia? ¿desde dónde construimos el nuevo relato? El Ser que nos han impuesto ya vemos para qué sirve, una estrategia de dominación, en lo simbólico y en lo material, que mientras no rompamos a todos los niveles, seguirá imponiéndose sobre nuestras vidas. Defender las soberanías, que son variadas y se comunican unas con otras, apelar a la autogestión ya que no nos van a regalar nada, fracturar su relato, en el que yace secuestrado el aragonesismo clásico, de sillón y consejería. ¿Dónde se habla de la clase trabajadora? Claro, luego nos pasará como a los italianos…

Es duro aceptar que sólo con nuestra actitud se puede romper este relato. La militancia es uno de los saberes críticos que debemos aprender y reaprender. Y el reconocer a otras, como agentes afines, en igualdad de condiciones, aunque hayamos estado mucho tiempo obviando su trabajo. Y en tantas cosas, que nos debilitan por egos e historias del pasado. Estamos a tiempo de rehacer todo.

Fobia á los suenios

En un rezién articlo de José Luis Melero aparixe a ideya de que «sólo se puede ser aragonés» en una Espanya autual, crebata e polarizata. Os aragoneses acostumbramos de cayer bien en a resta d’o Estau -a famosa clamor entre Castilla y Catalunya-, un mantra vazío pa chenerar espazios de confort. Si güellamos os datos d’o CIS sobre sentimiento nazionalista en Aragón, a baxada d’a identidat propia contina. 

Melero ye uno d’os inteleutuals autuals que emparan o discurso de Chunta Aragonesista: o seny federalista -país de países-. En Aragón «mái enradigó l’independentismo», per ixo plega o Trebunal Constituzional y atura la Lei de Dreitos Istoricos

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Soro, CHA, PSOE y atras amigas

¿Bi ha vida més dillá de iste aragonesismo? Si repensamos os problemas d’Aragón, ye de dar que sí. O buenismo de Melero ye un «cordón sanitario» pa siñalar á os buenos aragoneses y á os que son periglosos con ixa Espanya desfeita. Entremistanto, Chunta proposa una compleganza de totas as cuchas, ¿seny u sillonitis?

 

La insoportable levedad del ser aragonesista

Como el día de la marmota…

Los sondeos preelectorales pronostican unos resultados al límite para Cha, en el limbo del 3% para entrar en las Cortes aragonesas, y jugando con ese 5% en las locales de los principales consistorios del país.

Ya no estamos en 2007, cuando argumentábamos sobre estas cuestiones, esa crisis del nacionalismo aragonés, que de hecho es estructural, por esa lenta pero progresiva pérdida de voto (apoyo popular).

Las paradojas de la nueva política, con una Cha gobernando en Aragón, abrazándose fuerte al PSOE de Lambán y Sada; una opción legítima pero que les deja al borde del abismo. De la institucionalización ya hemos hablado en otros posts, y de lo políticamente correcto también.

Han renunciado a disputar el relato, cuando el españolismo -de baja o alta intensidad- recoge, transforma y agrede, empequeñeciendo al aragonesismo -al moderado y al más radical-. El PAR ya ha sido «engullido», toca reflexión, aunque esto llevará un tiempo.

Gente nueva de verdad, y dejar de mirarse el ombligo, echando balones afuera, con la posverdad del Canfranc (por ejemplo).

Hay alternativas, pero para eso hay que comenzar de cero, y eso significa dejar de pastelear con los poderes. Desde otros partidos como Puyalón de Cuchas -a otra escala-, ya se está empezando a debatir y construir bajo otros parámetros, ¿quién cabe en esta propuesta?

Derechos históricos e incomodidades

portada ABC

La Ley de Actualización de Derechos Históricos es bella, bonita, poética. No vamos a engañar desde un blog que explora el pensamiento anticolonial aragonés. Y por una vez, hablan de nosotras desde la caverna, y no por los suspiros vasallos de Lambán, si no por la «deriva nacionalista» tal y como titulaba ABC en su portada del pasado miércoles. El españolismo busca arrinconar al PSOE y en este caso alinear al PSOE dentro del eje del mal peninsular.

Pero la realidad aragonesa es otra. Cierto. Somos un «país con identidad y espacio jurídico, político y cultural propios». Ahí está la historia de Aragón. Y sus asimilaciones y procesos de conquista. Una ley es sólo una ley. Parece mucho, pero al final, es la voluntad popular de permanencia y transformación la que te define y reconoce como Pueblo. Por eso esta ley es bella. Y felicito a CHA, pero también es cierto que los problemas seculares de este país no se resuelven con autogobierno ni autonomías supletorias. Se resuelven co soberanía.

Percibo incomodidad en ciertas posturas de la intelectualidad aragonesa. Se defiende pero matizando. Unos con la sempiterna tradición federalista del aragonesismo, otros teorizando sobre nacionalidades, la transición y subterfugios dispares. Y también, los constitucionalistas del régimen, legitimando su idea (falsa, invent) de que Aragón se creó con la sacrosanta.

Pregunta de verano, si se abole la Nueva Planta, ¿tenemos derecho a una referéndum de autodeterminación? ¿o seguiremos con el encaje y el pasteleo de siempre?

¿Es el independentismo asunto de jóvenes?

SANY1011
Festibal «Esfendemos a Tierra» de Artieda, 2009 / Archibo presonal

¿Es el independentismo una cosa de jóvenes? Algo así se preguntan en este artículo de análisis del Diario ABC, escandalizados por los porcentajes de apoyo que tiene en Catalunya la ruptura con el Estado español, relacionando este deseo con la enseñanza en catalán, el adoctrinamiento y varias lindezas del estilo de este panfleto del régimen.

Aunque también aparecen parámetros interesantes como el barrio, la familia, el entorno o la crisis capitalista actual. Todos ellos han ayudado al auge del sentimiento rupturista. Apuntan a que la juventud tiende a defender ideas menos conservadoras. Algo poco novedoso. Algunos autores ya hablan de psicobiología como si no fuera el independentismo un deseo objetivo, sino algo irracional, producto de alguna perturbación mental y colectiva. ¿A qué os suena?

En Aragón, a nuestra escala, se puede afirmar que el independentismo nació a finales de los años setenta, al amparo de una militancia que pululaba por diversas organizaciones, algunos de ellos fundarían CHA en 1986, otros siguieron por otros derroteros. Unos años después y al amparo de esa primera generación, llegaría la camada de Chobenalla, que fue capaz de crear la base inicial para un movimiento independentista aragonés. Y de aquellos años hasta hoy, con sus vicisitudes, cambios y contradicciones. Nosotras, seguimos con un apoyo de un 3-4% según las encuestas al uso. Pero el factor joven se revela como la vía fuerte para crecer de manera cuantitativa. Eso sí, los obstáculos son evidentes. El repliegue actual nos muestra como la españolización banal ha provocado que el enfoque pierda fuerza y algunos busquen esa tarea en estrategias más moderadas.

Con un sistema de educación regionalizante, se hace difícil, concienciar a las masas. Llegar a ellas. Tomar conciencia del independentismo en Aragón sigue siendo una tarea de gigantes, en Zaragoza o Cantavieja. El acceso viene marcado por dos vías: el polo identitario (Aragón como país con derecho a decidir al nivel que sea) y el socioeconómico (país explotado. El trasvase como ejemplo clásico). En medio de esto, pululan todas las tendencias, y si se milita en una organización de clase, el camino puede ser más sencillo.

Esperemos que este asunto no sea sólo de jóvenes… Lo contrario nos llevaría a un eterno bucle de desgaste y eternas refundaciones.

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