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análisis político

Problemas en las derechas (II): la implosión regionalista

Cerramos este doble post sobre problemas en las derechas con la implosión regionalista que se ha desarrollado en el Partido Aragonés en los últimos meses. He escrito bastante sobre el PAR por uno y otro sitio, y jamás pensé que su (final) sería de una manera tan dramática. Hace una década ya expuse esto sobre el tema, demasiado aguantaron, dirá alguno. La kryptonita de este partido se encontraba en su interior, en sus dinámicas de poder.

La figura de José Ángel Biel ha sido clave en esta explosión del regionalismo centrípeto que representa el PAR. Un Maquiavelo de la política que se ha ido sosteniendo en el poder, desde tiempos casi ya prehistóricos (la UCD y las traiciones a la autonomía), pasando por giros inhóspitos por gobernar en el Pignatelli (1999, con PSOE) o permanecer como presidente de las Cortes (2011) a costa de desgarrar internamente a su partido. Esto no lo digo yo, sino personas del propio PAR.

Aliaga es un subproducto de todo ello. En esta legislatura que acaba, tres diputados y 33.978 votos (un 5% raspado). Lejos quedan esos casi 200.000 votos del 87, rozando el 30% de los votos. De las democracias internas en los partidos, mejor ni hablar, que si convoco y desconvoco el congreso cuando me interesa, que si cada vez pierdo poder, que si hemos perdido las esencias. El caso es que Aliaga casi se queda solo, entre dimisiones, escisiones y nuevos rumbos internos.

Una jibarización que golpea con ganas, a escasas semanas de los comicios municipales y nacionales. Con Aragoneses. Y Tú Aragón. Que al final van a ser asimilados (lo llaman coalición y aportar valor aragonesista y liberal) por PP y Ciudadanos. El PAR sigue teniendo muchos concejales, eso también lo saben en Teruel Existe. Todos se frotan las manos. La foto de Colón, no rompemos España y deshaciendo todo, que es gerundio. Problemas en los colonos de toda la vida.

Problemas en las derechas (I): colonos que desaparecen

Ni cinco años han pasado de la imagen que téneis aquí arriba. Parece mentira. Los «protas» de la foto en el ostracismo y los problemas en la derechas creciendo. A veces pasa y los colonos, desaparecen del mapa. O mutan. Es la triste historia del partido Ciudadanos. En Aragón ostentan 12 diputados en las Cortes, gracias a sus 110.517 votos en 2019. Había pasado un año de la foto.

En estos momentos, las encuestas los dejan casi en cero. Sara Fernández y Víctor Serrano fueron expulsados del comité autonómico del partido. Recordamos que gobiernan con el PP el ayuntamiento de Zaragoza. El azucarillo triturado por los colonos, los mismos que subieron como la espuma por un electorado anticatalanista de la capital de Aragón.

Candidatos elegidos a dedo. Afiliados que se marchan. La disputa por el relato. Luego los politólogos devanándose los sesos por estos fenómenos electorales que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, que si el centro no cuaja, síndrome de Hamelín. Más o menos lo de siempre. Ciudadanos quiso jugar a sustituir a la PPSOE y al final, se queda en suspiro nacionalista de un día. Que pase el siguiente.

Mapetas

Desde que era un niño, siempre me han interesado los mapetas. De todo tipo y condición. Por eso, cuando el otro día, me encontré con este tweet-mapa de Comarkup, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Una infografía que se ha hecho viral y que representa los brutales desequilibrios demográficos aragoneses. Ya se sabe lo que representa Zaragoza en peso poblacional. Más de la mitad del censo aragonés. Al ver el mapa, con sus 33 rampantes comarcas nos queda una huella invisible en algunas, que no llegan ni a una persona si Aragón tuviera 100 habitantes -el objetivo visual de la cartografía-. Por cierto, la delimitación comarcar tiene ya dos décadas largas de gestión… Ahí lo dejo.

Y aquí la distorsión y quizás la paradoja. No creo que cambiaran mucho las cosas. La realidad es tozuda cuando hablamos de despoblación y desequilibrios. Pero si en vez de ese mapa comarcal, usáramos uno que comenté hace un tiempo en este artículo, la percepción visual sería diferente. Allí se planteaba un mapa con Alto Aragón, Aragón Medio, Bajo Aragón, Ibérica Sur, Ibérica Norte y Zaragoza. No sería la Arcadia feliz pero las conclusiones a nivel socioeconómico cambiarían. Regiones para masificar renovables, polos de concentración humana, vacíos para la porcinización, zonas de esquí y fiesta especulativa… Dejo la turra, ya que al final nos queda poco para que ese medio habitante que no aparece cuando aplicamos una regla de tres, se convierta en la nada absoluta. Y entonces, no habrá mapa que contenga nuestro lamento.

Demasiados casos archivados

«Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones», nos decía Durruti. El antifascismo es lucha por la libertad. Y mi último post de este año va dedicado a ello, a un libro y a una idea.

Mi lectura del 2022 es, del principio al final, Antifascistas, de Miquel Ramos. Por todo, y ante todo, por compromiso. Una historia de la extrema derecha española y de cómo se le combate desde los años 90. Este libro está siendo un éxito total -mientras escribo esto lleva tres ediciones, además de una versión en catalán-. Publicado por Capitán Swing, una editorial interesante, de la que ya disfruté en su momento del clásico Nacionalismo banal (Michael Billig).

Un librazo, que me marca, igual que lo hizo en su momento el documental Los Antifascistas, de 2017, dirigido por Patrick Öberg y Emil Ramos, intenso y crudo.

Por aquí no voy a redactar una reseña. Eso sí, el recorrido del libro es muy completo y rico, con el contexto estatal por delante, en el sentido de entender el poso franquista que no se quiso depurar en la Transición y a partir de ahí, todos los delitos, ataques y propuestas desde la extrema derecha hasta nuestros días. Con un punto de inicio bastante doloroso para Miquel (Guillem Agulló) y con muchos, demasiados casos archivados, que generan una sensación de impunidad para los fascistas de todo tipo y condición.

En mi caso, muchas notas apuntadas, algunas por recordar y otras descubiertas en esta lectura: desde Rostock en 1992 a los nazbols, con una vuelta por las Bases Autónomas o los orígenes de Casa Pound, Blood & Honour, movidas interesantes como la de El Cabanyal o los orígenes de grupos como Kortatu o Los Chikos del Maíz. Lecturas y enlaces que descubro (crimenesdeodio.info), guiños a Zaragoza en su lucha antifa (el Hogar Social Las Fuentes), ampliaciones conceptuales que inspiran sobre islamofobia. O los clásicos de Todo es ETA, la dialéctica combate contra pedagogía y mil cosas más, que no caben por aquí.

Todo bulle. Y me parece genial. Así que, leed, somos mayoría. Formación y organización.

Sedición y feudalismo

En su momento ya escribimos algo sobre la Ventana de Overton, un marco interpretativo de la realidad (política) que nos ha vuelto a saltar de forma muy clara durante esta última semana. La famosa reforma del código penal para rebajar o atemperar el manido delito de sedición. Garrote vil y ¡vivan las cadenas!, que vitoreaban en tiempos de Fernando VII. Así nos va, como dice un buen amigo, España como Estado fallido.

Votar no es democrático. Los referéndums los carga el diablo. Golpe de estado, «a por ellos», 155. Todo soluciones muy democráticas. Y ojo, que la reforma viene a considerar el tema de desórdenes graves hacia un montón de protestas que nada tienen que ver con la unidad de la sacrosanta…

Nos están feudalizando. El PSOE sonríe. Las dianas hacia el independentismo están marcadas hace tiempo. Lo de la sedición es un capítulo más de esta aburrida posmodernidad, una cárcel de pueblos con el gobierno más progresista de la historia.

Ante las imposibilidades… optimismo y Aragón deconstruido

“Tombar el mur, obrir la gàbia…” (letra de la canción Corbelles, de Zoo)

El compañero y amigo Guillén González publicó hace ya unos días un artículo en el que respondía al análisis que realicé sobre la ponencia de Purna relativa a la cuestión nacional -el cual podéis consultar en Lagor, AraInfo y también en mi blog personal-. Se agradece el esfuerzo por desarrollar y aclarar los argumentos o tesis que plantea Purna en su VIII Asamblea Nacional. Creo que merece la pena realizar una réplica rápida y de urgencia, sobre la contestación de Guillén, y de esta forma cierro debate sobre el tema. Aunque está claro que volveremos en un tiempo, con más sosiego, o cuando el propio Guillén desarrolle su prometido artículo sobre el concepto de soberanía.

El artículo de Guillén se organiza en torno a unos temas clave para el análisis de Purna, desde las condiciones objetivas del contexto actual -a nivel social y político- hasta el aragonesismo -y sus imposibilidades o potencialidades-, pasando por cuestiones como la estrategia socialdemócrata o la polémica unidad estratégica actual de las luchas. Contesto con un listado de aclaraciones para fijar postura sobre alguno de los temas que aborda.

Primero. Encuadrar la correlación de fuerzas y el estado del conflicto nacional en Aragón lleva a renuncias y Purna es la última organización que conozco, que lo ha hecho. Reitero que esto no va de etiquetas o “Yo soy indepe” y “tú no”, que es algo muy manido en algunos entornos. Nuestra realidad es de colonialidad, se perciba como tal o no -el hecho de estar en el Primer Mundo capitalista determina esta segunda opción-, y esto permite condiciones revolucionarias con una adecuada estrategia.

Segundo. Delinear el “voluntarismo” de la identidad nacional es simplemente equivocado en un sentido estricto. Y el análisis científico lo demuestra día sí y día también. Podemos debatir sobre infinitas cuestiones materiales y simbólicas de la construcción sociocultural de las colectividades, pero todo es cambiante aunque nuestro presentismo no nos permita percibirlo como tal. Hay una hegemonía españolista que tiene flujos de todo tipo e interacciona con el resto de identidades. 

Tercero. Idealizar se puede interpretar como mirar al pasado. Nadie construye algo nuevo de la nada, tres décadas de movimiento juvenil vía Chobenalla-Purna no son coincidencia objetiva, sino consecuencia de un relato colectivo en clave de movimiento, muy heterodoxo y con divergencias, pero una colectividad que apela a determinados ejes y luchas. Aquí encajan las decisiones que se toman y ya escribí que, lógicamente, cada organización autodetermina su futuro.     

Cuarto. Somos periferia, como otras naciones, pueblos, regiones o zonas del mundo. Eso no es imaginado; es consecuencia del poder de la burguesía, sea local, estatal o transnacional. Cada uno tiene su forma de construir la realidad. Guillén alude a una dinámica colonial entre Zaragoza y el resto de Aragón. ¿Causa o consecuencia de la nacionalización española?

Quinto. Está claro que en Aragón no existe un partido-movimiento que pueda superar la dominación ideológica en clave nacional. No lo fue CHA en su momento, en el espectro aragonesista y autonomista, y tampoco lo ha sido Podemos con su amalgama de confluencias. Ni siquiera Puyalón de Cuchas, que se quedó sin motor en momentos clave, aparte de otras cuestiones. “Sin burguesía nacional no hay nación subjetiva”, sostiene Guillén, lo mismo podríamos decir respecto al proletariado: sin una clase para sí no hay condiciones objetivas de nada. Parece más cercana una cosa que la otra, pero al final ya vemos lo que está ocurriendo en Europa, el ejemplo cercano de Italia no augura nada positivo en la recomposición de la clase trabajadora como sujeto político.

Sexto. Purna no abandona la causa nacional aragonesa, pero abraza el objetivo de un Aragón obrero que peca de fetichista, ya lo comenté en el primer artículo, “si la manta no tapa lo suficiente” siempre se descuida un flanco. La búsqueda de una alianza internacionalista idealizada es loable pero sin olvidar que la clave es la interseccionalidad de las luchas a todos los niveles y en todos los frentes. Vanguardia y organización de masas. En Aragón siempre ha costado construir ambos elementos. Las imposibilidades podrían encajar con esta idea. En clave interna, el proceso Airaz pudo haber sido pero…   

Séptimo. Los puentes y alianzas para el aragonesismo han de construirse, ya que es una causa directa de su debilidad actual. En esta parte del artículo de Guillén, coincido en gran medida, y es una de las razones que me ocupa y preocupa como sujeto político. Los elementos reaccionarios del aragonesismo plantean dudas y límites importantes, un nacionalismo a medio hacer que se vio de forma palpable durante el 1 de octubre catalán. El soberanismo progresista ha ido en otra línea, pero siendo minoría de minorías y la frustración llega sola. Esto no sólo afecta a la generación de Purna, es un debate de mayor calado, y que tampoco vamos a desarrollar en esta rápida réplica.

Por otro lado también es interesante abordar algunas cuestiones que salen en las otras dos ponencias de Purna, las que plantean consideraciones en torno a la coyuntura presente y la referente a estrategia. Se reflexiona sobre temas como la necesidad del partido, o las condiciones que se tienen que dar, lo cual no pasa por una fundación simbólica de nombre o siglas, o por centrar su estrategia en la práctica socialdemócrata. Esperemos sentadas, ya que construir un partido revolucionario en Aragón no es prioritario (sic), con lo que las demandas profundas y compartidas de la clase obrera del país se quedan en un limbo inmediato, ya que todo lo territorial está lleno de prejuicios y lo que se ofrece viene bien marcado por el identitarismo y el guetismo. Estos son algunas claves relacionadas con todo lo anterior.

Ya expuse como conclusión a mi artículo que los hechos y los valores no son separables, tal y como argumenta la dialéctica marxista. Y el componente emocional tampoco se puede separar de ningún proceso de cambio, revolucionario o no.

La proletarización del presente y el borrado progresivo del Estado del Bienestar nos lleva a un escenario de coerción y represión para asegurar el dominio del capital. En relación con este contexto, Xavier Calafat y Albert Portillo exponen un desarrollo crítico a nivel de organizaciones en todo el Estado español, sobre escisiones y rupturas estratégicas en el seno de la izquierda, con una marcada ortodoxia marxista-leninista. Ahí están los casos de Arran o Gazte Koordinadora Sozialista, entre otros, con los ejes reforma-revolución, priorizar la lucha de clases frente a otras luchas sectoriales -que serían todas las demás-. No hay una batalla cultural en la izquierda pero el fin de ciclo del 15M pesa y mucho.

Estoy totalmente de acuerdo en que la desaparición de la dominación burguesa es la clave para la emancipación social y para transformar la identidad nacional. No añadimos ningún ingrediente nuevo. Sólo queda tener voluntad organizada, optimismo y empezar a deconstruir Aragón.

La fallida justicia del CGPJ

El bloqueo a la renovación del Consejo General del Poder Judicial tiene mucho que ver con esta guerra de guerrillas en la que está sumido el Estado español desde hace ya bastantes años. Un estado fallido, cuando los contrapesos del poder juegan a mangonear en función de determinados intereses ideológicos. Unos 4 años de pantomima, en la que el PP se revuelve como gato panza arriba.

Por eso, el presidente del Tribunal Constitucional se destapó con la siguiente declaración: «los juristas somos casi todos conservadores, porque el Derecho es una ciencia conservadora. Pedro González-Trevijano saca pecho por el atado y bien atado. Sin mordazas. O todas para el pueblo, con ese atasco de leyes recurridas por las derechas variadas y extremas. Pero el PSOE es probable que jugara a lo mismo en un contexto de oposición. Aparece recurrida hasta la nueva ley educativa (LOMLOE). Cuando no hay consenso es muy difícil avanzar socialmente. A conservar. Orden y ley. La génesis de perpetuar regímenes que tienen las costuras desechas hace ya mucho tiempo. Gatopardismo y cinismo.

Se creen dioses y son simplemente, seres humanos, como tú o como yo, o como Isabel la reina inglesa…

Lo siento, pero no es así…

Toca verano, tórrido y con ganas de desconectar, aún con todo, tenía pendiente alguna lectura de textos muy relacionada con las premisas básicas del blog, el pensamiento anticolonial. Toca volver a estos temas y debates que se circunscriben a lo de siempre, el difícil equilibrio entre la lucha nacional y la social. La crisis del independentismo aragonés es profunda, con unos espacios políticos en clara regresión y sin unidad de acción más allá de la idea de defender el soberanismo progresista aragonés. La quimera del Bloque Independentista de Cuchas duró un tiempo y se disolvió como un azucarillo. Purna formó parte de esta coordinadora y ahora desgrana un alejamiento del independentismo como vía útil para la emancipación del pueblo aragonés. Justo en un momento crítico, por el atosigamiento de la extrema derecha a todo lo que ellos imponen como normal, el españolismo rancio de toda la vida.

¿Qué es Purna? Parece obvio explicarlo pero por contextualizar, nos podemos fijar en la definición que realiza su propia militancia: organización juvenil comunista de Aragón (https://purna.info/purna), que apuesta por la construcción del socialismo en las luchas en las que la clase trabajadora toma partido. Esta sería la foto fija de su última asamblea nacional (febrero de 2022), pero Purna viene de la fusión de varias organizaciones juveniles de la izquierda indepe, allá por 2010, entre ellas la histórica Chobenalla Aragonesista. Su legado le permitió crecer como un frente de lucha juvenil, con una clara apuesta por el feminismo y los derechos LGTB, sin renunciar a la construcción nacional por la vía de la autodeterminación. 

Esto de lo que escribimos no viene de ahora. Los avisos y debates estaban encima de la mesa hace bastante tiempo. Y llevamos un 2022 con escenarios similares en otros movimientos soberanistas, con una impugnación generacional, que en parte, no en el todo, recoge algunas de las cuestiones que abordamos. 

Una de las ponencias aprobadas por Purna se titula Sobre la cuestión nacional, en ella se desarrollan a lo largo de 17 páginas, una serie de posiciones e ideas sobre Aragón y el Estado español. En la propia introducción ya se asume que la evolución de la organización había desdibujado algunas cuestiones terminológicas, algo lógico y normal, ya que nada es eterno. Se alude a términos como independentismo, aragonesismo revolucionario o soberanismo. Se justifica que la propia militancia ha superado las posiciones oficiales, las que crearon Purna en su momento, y a partir de aquí viene lo grueso de lo que vamos a comentar.

Se plantea una primera parte en la que se categoriza el concepto de nación, muy relacionado con el siglo XIX y el desarrollo del sistema capitalista y la instrumentalización que se hace de la patria al servicio de la burguesía. La nación como producto histórico de esta clase para someter a las clases subalternas y populares, obviando que hay lealtades territoriales anteriores a este momento, que no terminarían de encajar en el análisis científico que se postula. En todo caso, los problemas no vienen por aquí…

Para Purna, la cuestión aragonesa se organiza en un discurrir entre lo regional y lo nacional, ya que bajo la estricta teoría marxista-leninista, Aragón cumple las condiciones para ser una nación (p. 5). A partir de aquí, el escaso desarrollo de una burguesía propia hizo el resto, dejando al nacionalismo aragonés muy lejos de ser hegemónico -comparado con Euskal Herria o Catalunya-. No todo es fijarse en la burguesía, la ideología es una representación de la relación imaginaria de los individuos con sus relaciones reales de existencia, con sus modos de producción (Althusser (1974), “Ideología y aparatos ideológicos del Estado”, Écrits). Y sí, Aragón es periferia de muchas cosas, pero sobre todo, del Estado español como centro político, económico o cultural. Lo imaginado es consecuencia de la realidad.

Que en Aragón no se hayan desarrollado las condiciones para que se generara un movimiento nacional de masas, no significa que Aragón como sujeto político haya perdido su proyección como nación (Pueblo en sentido estricto), ni en lo transversal ni en lo revolucionario. Esta es la clave de la ponencia de Purna (p. 7), una renuncia por frustración o imposibilidad (incapacidad) y un fijarse demasiado en la narrativa del XIX. Justo en un momento en el que se plantean desafíos sobre el territorio en la línea del colonialismo interno de siempre (macroplantas de energías renovables), reactualizando las viejas (pero nuevas) tesis de Robert Lafont (La révolution regionaliste, 1967; Décoloniser en France, 1971).

En otro apartado se plantea la construcción identitaria en Aragón y sus contradicciones, con un rápido repaso a los elementos que nos visualizan como pueblo o comunidad histórica, una construcción que se realiza entre la segunda mitad del XIX y principios del XX -como en el resto de naciones, regiones y Estados con pretensiones nacionalizadoras-. Nada que objetar, a pesar de que se obvia lo fundamental a la hora de analizar estas cuestiones, que la cultura no define los procesos de identificación/alterización, la identidad no depende del patrimonio cultural. Los modos en que se organiza la interacción entre grupos y colectivos, con sus agendas identitarias propias, son los que marcan los límites entre unos y otros. Por eso, no tiene mucho sentido abordar el concepto de “cultura aragonesa” en sentido estricto, el voluntarismo y la diferenciación se complican en la dialéctica española del siglo XIX con su relato de imposición reaccionario que tiene un triste colofón con el franquismo y los barros de la Transición. Todo esto viene a explicarse en esta parte de la ponencia, que deja a Aragón y los elementos de la aragonesidad en una posición de asimilación y aculturación. Nuestras lenguas como dialectos, nuestra historia como un apéndice de la construcción nacional española, nuestra cultura como baturrismo pilarista. El análisis es el adecuado, pero al final todo se reduce a qué el sentir mayoritario de la población aragonesa es dual, por lo que las aspiraciones históricas son meras idealizaciones (“fetichismos” en palabras de Purna) que han descuidado la lucha de clase del proletariado. La historia no es un mojón vacío y cuando se habla de precariedad, desarticulación territorial, emigración, represión o colonialismo energético, no cabe mitificar nada. ¿Reactualizamos a Marx?  Michel de Montaigne -filósofo con ascendencia calatayubí- nos describe que “no tenemos otra perspectiva… más que (…) los hábitos del país de dónde somos” (Ensayos, 1579). Esta frase no es cierta al 100% pero resume perfectamente la lógica del aragonesismo combativo que siempre hemos intentado construir.  

Todo esto desemboca en la tercera parte de la ponencia, “Internacionalismo proletario y estrategia socialista”, en la que se concreta el socialismo que interpreta Purna y su traducción a la realidad aragonesa. Aquí está el meollo de todo lo que estamos escribiendo, una “oposición frontal a toda forma de nacionalismo”, aunque defendiendo el derecho a la autodeterminación. Poca novedad ya que la diferencia entre los nacionalismos de “gran nación” y los de nación oprimida, da sentido a la propia existencia de la izquierda independentista en las últimas décadas. El horizonte socialista que reconfigura Purna pasaría por la autodeterminación del proletariado y ello implica “la destrucción de todas las estructuras opresivas que lo fraccionan, incluidas las nacionales”, con lo que se produce una divergencia o distorsión al imposibilitar o renunciar a la clave autodeterminística como nación oprimida. El fondo es bueno pero se obvia la interseccionalidad de las luchas, la historia no es lineal, y parece que Purna se conforma con un Aragón obrero aliado de una internacional universal, que dista y mucho de ser una realidad a día de hoy. Los fetichismos invaden todo. Hace un siglo tal vez sí, ahora solo falta observar el hiperindividualismo, el desclasamiento de la gente, el seguimiento de las huelgas, la falta de solidaridad con la unidad obrera… Por eso, las vías efectivas son todas irreales en el escenario actual, y nunca se ha entendido una táctica independentista en abstracto (p. 14), de hecho en Aragón la vía ha sido mayoritariamente republicana, socialista y popular.

Ahora bien, cada una elige sus caminos libremente, en este caso la unidad de acción a nivel estatal, para reorganizar al proletariado, aunque esto pudiera reforzar las estructuras estato-nacionales ya creadas. Mientras que desde otras organizaciones del soberanismo aragonés, caso de Puyalón de Cuchas, se busca esta reorganización o movilización de la clase trabajadora, desde un marco nacional aragonés, siempre solidario con otras realidades. Todas las organizaciones deberían ser herramientas, otra obviedad más, ya que los tiempos y las personas cambian, y en ese contexto poco más podemos aportar. El tiempo nos dirá.  

Sin emoción no hay lucha y la identidad -la nacional y todas- requiere de las emociones para su cognición social, reconocimiento y ampliación. En las conclusiones (pp. 16-17), Purna marca su prioridad, que debería ser la de todas: construir un movimiento obrero en el territorio aragonés, pero ratificando su ruptura con el nacionalismo (aragonés). Se reconocen como parte de esta tradición política pero dan el paso hacia un comunismo cuya lógica territorial es otra, en este caso la española (marco estatal), en un análisis de sumar más para la causa. ¿Comodidad? ¿Universalismo de Estado? Muchas dudas…

El método dialéctico de Marx nos plantea que los hechos y los valores no son separables, y que las causas y las consecuencias no son unidireccionales, por lo que al final, por mucho análisis que realicemos -esto sirve para todas las luchas-, nada es inevitable, ya que hay una constante acción y reacción en el devenir histórico de la lucha de clases. Purna ha encontrado su síntesis, opino que equivocada, viniendo de unas coordenadas históricas concretas. Pero es mejor no jugar a ser Dios de nada.

Valencianisme liquid

Han pasado dos décadas desde que Zygmunt Bauman publicara su Modernidad líquida, una visión maleable y derretida de la sociedad, a la que un buen número de autores e investigadores se han ido acercando. Es el caso del ensayo que os reseño por aquí. Valencianisme liquid. Una recomendación que me llegó a través de Lorient y que no me pensé ni un momento en comprarlo y leerlo a continuación. Publicado por Edicions Tres i Quatre (@Editorial_3i4), una editorial clásica de la lengua catalana, fundada en 1968 por Eliseu Climent.

El autor es Antoni Rubio i Reverter (@antonirubio), nacido en Esplugues de Llobregat el mismo año que el creador de este blog, en 1978. Criado en Valencia, filólogo, periodista, profesor y por supuesto escritor. En 2007 publica con Héctor Sanjuan un libro sobre el País Valenciano al ritmo de los míticos Obrint Pas.

Una vez es coincidencia, dos es casualidad y tres, la acción del enemigo. Esta frase de película de James Bond, describe a la perfección una de las ideas principales de este ensayo: la imposibilidad de reformar el Estado español, una estrategía en la que anda obsesionada la formación Més-Compromís, la cual va diseccionando el autor a lo largo y ancho de las más de doscientas páginas del ensayo.

En la primera parte del libro se desarrolla un poco la historia y circunstancias del País Valenciano. Un relato triste que queda marcado por la negación permanente de su propia idiosincrasia nacional. El autor combina las tesis de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross para ir desgranando los argumentos de esta liquidez valencianista. De esta forma se pasa por la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Las partes del ensayo giran alrededor de estas etapas psicológicas. El primera capítulo -«País Valencià, la negació permanent»- es la más descriptiva, tratando de identificar «la valencianitat» y siempre con Joan Fuster como referente, en un país complejo, con una división provincial que no ayuda y esa tendencia a imaginar la identidad desde tópicos como la paella, la taronja o el Micalet. Rubio emplea numerosos ejemplos para explicar la renuncia, ahondando en la historia y en el tiempo presente, en la negación de cualquier vínculo con Catalunya y lo catalán. El valencianismo lo ha tenido siempre difícil para plantear una hegemonía política, algo que se complica con una ley electoral que exige un 5% de los votos en una circunscripción para tener representación en las Cortes valencianas. Por supuesto, todos estos obstáculos benefician al españolismo, que en su versión derechista ha campado a sus anchas por la terreta. Corrupción, megalomanía, colonialismo, pancastellanismo. Las señas de identidad del PP, que va desgranando con ejemplos el autor.

El segundo capítulo -«La ira d’una democràcia relativa»- plantea, siguiendo las etapas de Kübler-Ross, que el valencianismo continúa en la negación mientras que el españolismo hace siglos que pasó a la fase de la ira. Un síndrome de Estocolmo que también conocemos perfectamente en Aragón. Infrafinanciación y expolio como ejemplos paradigmáticos de esta situación. Lo que se concreta en un eje ferroviario que no vertebra el país y que incomoda por su ruptura con la España radial. Los ataques contra la lengua catalana también ocupan una parte importante de este capítulo, el divide y vencerás del mundo blaverista. O el odio que hay detrás de todas estas cuestiones y que traspasa todos los límites, como el asesinato de Guillem Agulló o la impunidad de los fascistas del Grup d’Acció Valencianista. Por supuesto, Rubio relaciona y aborda cuestiones como la aplicación del artículo 155 o la Ley Mordaza.

El tercer y cuarto capítulo, «Entre la negociació i la renùncia» y «El votant model del valencianisme» reflexionan sobre las oportunidades que está perdiendo el valencianismo político desde su llegada al poder en 2015. Con sus 19 diputados y el pacto del Botànic. Y aquí llega la liquidez total, con un reformismo insuficiente y poco ambicioso, que ha ido generando renuncias permanentes como el nombre del territorio, de País Valencià a Comunitat Valenciana en los documentos oficiales. Compromís aparece definido como un PSOE un poco radical, que mira demasiado a Madrid y a las políticas progres de Unidas Podemos, sin valentía, con una refundación ideológica peligrosa, en la que el antiguo Bloc también ha participado. El objetivo final se plantea en términos de edulcorar la cuestión nacional.

Una de las partes del capítulo dedicado al votante ideal del valencianismo es especialmente interesante para hacer comparativas, ya que reflexiona sobre el discurso de los partidos y cómo se amoldan a un votante potencial. En este sentido, el autor critica con contundencia las renuncias de Compromís a esa base valencianista fusteriana, para abrirse a un perfil izquierdista hipster, con un valencianismo difuso, más preocupado por los Derechos Humanos o los problemas medioambientales en cualquier parte del mundo, que no en su territorio. Una primavera de alergias extrañas, ya que todo lo que tiene que ver con Catalunya, queda amagado o rechazado. ¿A qué nos suena esta narrativa? A muchas cosas y todas negativas. Por Aragón ya tenemos a CHA y su juego con Más País, el anticatalanismo, la moderación, la falta de valentía, etc.

Los dos últimos capítulos aportan la clave propositiva del ensayo, planteando un «marc mental propi contra la depressió» y la valentía de considerar a los «valencians, els nous catalans». La nueva izquierda española es líquida y plantea su ideología en base a etiquetas descafeinadas (ecosocialismo, nacionalismo light, antifascismo de mínimos, socialdemocracia estática…). Otro de los temas interesantes que aborda el autor es la cuestión de desconectar cualquier relación entre valencianos y catalanes, una «tàctica hispanocèntrica» que se aborda con numerosos ejemplos. Geosinónimos, eufemismos. Anticatalanismo como antivalencianismo. La historia de la eurorregión y sus constantes cambios y vetos. El marco mental invita a todas, no solo lo leemos en clave valenciana. El enemigo lo ha creado y ataca constantemente: menas, antisistema, terroristas, radicales, violentos, lazis, catalanistas, dictadoras de género, feminazis

En todo caso, la alegría de la lucha siempre es mejor que la depresión de la renuncia, o de rendirse. Así que celebremos este tipo de ensayos, tan frescos, de lectura rápida y que sirven para repensar e inspirar. Por 15 euros. El debate de las Españas o España, las soberanías o soberanía.

Como canta Zoo:

S’han fet de pau i de guerra
Totes les contradiccions
I les cançons, ventiladors
Que esguiten merda, merda pa’ tots

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Hola, soy el aragonesismo sociológico. ¿Dónde estáis vosotras?

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