
En agosto del año pasado iniciamos una reflexión elucubrando sobre la mujer en el medio rural. He tardado bastante en volver a escribir sobre el tema. Mi visión de género (masculino) entorpece el que pueda ofrecer un relato más o menos interesante sobre el asunto. Animado por mi pareja, creo oportuno recuperar alguna idea sobre estas relaciones hombres-mujeres en los pueblos, en el ámbito rural.
Y dicho esto, paso de adscribirme a ninguna teoría igual que a citar autores. No se trata de generar bibliografía ni nada por el estilo: la tozudez heteropatriarcal viste como viste y deja como natural todo aquello que viene impuesto.
¿Qué es ser una revolvedora? ¿alguien que revuelve no? Eso le dijeron una vez a mi compañera, en un bar de pueblo, un adjetivo usado por el típico hombre rural, estupefacto ante una mujer con criterio propio, que respondía y argumentaba, y no se quedaba callada ante la provocación de turno. Hace poco, leía una anécdota parecida en Twitter: una mujer discutiendo de política con dos hombres en un ambiente urbano, y la conversación se fue acalorando, sin que llegaran a ningún punto común, en estas, que uno de los varones le suelta «¡qué guapa te pones cuando te enfadas!». Esta cosificación tiene sus efectos, ya que autogenera ese supuesto estatus de superioridad, para decirle a la revolvedora de turno algo muy claro: «mi sociedad, heteropatriarcal, te ha asignado un rol del que no debes salir ni incomodarme».
En el medio rural todo esto se agiganta, por eso el hombre invade todo y nos muestra una radiografía muy conservadora de nuestros pueblos. El hombre hará lo que quiera y ella, tratará de buscarse sus pequeñas válvulas de escape. Y algunas de estas se muestran como una emigración forzada y forzosa, con el desarraigo que esto conlleva (lean a @LauraCoGi en Lo exilio rural: dellá d’a ruralidat trending).
Asesinan a mujeres. Matan y ahogan a nuestros pueblos. Y se sigue reproduciendo la misma mierda de siempre: el modelo de parejas con hijos, que tendrán todas las facilidades del mundo para vivir en el medio rural. Pero somos personas libres y si queremos otro modelo socioterritorial habrá que empezar por cuestionar hasta lo más simple, ya que a veces, cedemos en silencio, cerrando las puertas y no volviendo nunca más.
Seguiremos. Y disculpen la reflexión.