Ya han vuelto, 53 obras pertenecientes al monasterio de Santa María de Sigena. Quedan unas cuantas más. Los aragoneses ya respiran tranquilos. Años de juicios, sentencias, manifestaciones y gobiernos varios. En un asunto, en el que la iglesia ha mirado para otro lado: es decir, le daba igual. Lo dejo claro: estas piezas y obras de arte deben estar bajo protección del patrimonio cultural aragonés.
También es cierto, que determinada gente o grupos políticos han mirado para otro lado cuando el «enemigo» no era la hidra catalana: Averly está muy presente. Pero recordemos la cueva de Chaves, el castillo de Ballerías, el estado de San Adrían de Sasabe, o multitud de obras o elementos culturales dispersos por el país. Los museos madrileños tienen muchos tesoros de la Tierra Noble. Y en Estados Unidos también nos han saqueado. Ese es el punto, incompetencia, ineptitud y sumisión interesada cuando la reivindicación tiene que tocar otras puertas.
El episodio es el telón de fondo con Catalunya, un golpe de violencia simbólica en plena desconexión. Un asunto turbio para quienes creemos en la solidaridad internacionalista y el derecho a decidir. Pero, ya vale de pisotear, con mapicas absurdos (cualquier día aparecerá Sobrarbe como parte de los Països), historias para niños e intereses socioeconómicos ombliguistas. Tenemos muchos kilómetros de frontera, no nos pongamos zancadillas.
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