No hay mucho que decir. De Biscarrués a Yesa. El mismo grito. Leed…

Mírame a los ojos y dime que es necesario que me olvide de mi casa, de las cuatro paredes en las que he vivido feliz con mi marido y entre las que he visto crecer a mis tres hijos. Que recoja mis muebles, mis libros, mis ropas y mis pucheros y empiece a borrar todos mis recuerdos.

Mírame a los ojos y dime que abandone los campos que me han dado la vida durante estos años y gracias al esfuerzo y al sudor de mi marido y al mío propio, nos sirvieron para sacar adelante a nuestros hijos.

Mírame a los ojos y dime que me olvide de todos mis vecinos con los que he compartido mi vida, de los ratos buenos que hemos pasado juntos y de la compañía y el apoyo que han prestado en los malos tragos de la vida.

Mírame a los ojos y dime, sin que te tiemble la voz, que a partir de ahora ya no podré ir al cementerio a visitar la tumba de mi hijo, a charlar con él y a llevarle flores de la tierra que tanto amo y por la que tanto lucho.

Mírame para decirme que me vaya, posiblemente a mí ya no me quede fuerza suficiente para escucharlo y mirarte a la cara sin dolor.

LEONOR CORRAL (ERÉS), Heraldo de Aragón, 14.03.00.