Una vez dividido el movimiento sindical [con el Pacto de la Moncloa y el pasteleo de Comisiones y UGT, allá por 1977], las huelgas generales pasaron a ser políticas: las sectoriales negociables y las de empresa por empresa no tenían como fin autogestionar la empresa sino negociar mejoras laborales. Lógicamente CCOO y UGT también defendían a los trabajadores pero con una pequeña diferencia: el interlocutor ya no era el trabajador afectado sino el compañero ejecutivo sindical. Mientras UGT hacía afiliación en los sectores de trabajadores más reformistas y, con el apoyo del PSOE y su historia de la guerra y la república, rápidamente sumaba adictos.
Vía / Peque, «Los que pegamos carteles y no fuimos ideólogos», Zaragoza rebelde, Zaragoza, Colectivo Zaragoza Rebelde, 2009, p. 71.
Leer cuestiones como la de arriba nos hace pensar en lo que tenemos hoy en día, con esta crisis del copón y las posibilidades de superar o suplantar el actual sistema capitalista. Con un sindicalismo de medio pelo, las negociaciones de la OPEL, Magna y GM me parecen cómicas. El síndrome NIMBY imperante nos importa más. No hay unidad de los trabajadores. Y la lectura suele ser siempre la contraria: incentivemos el consumo. En vez de redistribuir los recursos, o socializar lo que ha empeorado en manos privadas. Poca conciencia y oscuros presagios. Y con el cambio climático encima de nuestras cabezas.
noviembre 6, 2009 at 13:25
Hace años que pienso que, igual que es necesario un partido que luche por los intereses del pueblo aragonés, la recuperación de nuestra soberanía, es preciso un sindicato que politice los conflictos laborales.
Pero cuando van juntos ambos, partido y sindicato, el segundo se convierte en correa de transmisión del primero y le pasa como a la UGT y CCOO (o a los sindicatos chinos o cubanos): están a lo que diga el partido: cuando éste gobierna, a defender sus «logros» cuando está en la oposición, a desgastar al gobernante.
Un caso de partido nacionalista y sindicatos nacionalistas que actúan igual que los socialdemócratas o comunistas es el de Marruecos, el Isquital y su sindicato.
En Aragón la solución pasa por que el partido sea nacionalista y la confederación sindical, anarcosindicalista.
El anarcosindicalismo se basa en los conceptos de sindicato local de oficio, federación y acción directa, intenta ser una alternativa de organización social y política.
Pero desde el principio, los sindicalistas revolucionarios más conscientes se dieron cuenta de que en una sociedad con libertades públicas la acción sindical no podía limitarse a intentar la revolución una y otra vez (el manifiesto de los trenta está en el link).
Creo que la lucha de clases debe articularse de manera autónoma y que el anarcosindicalismo (siempre que sea sindicalismo y no algarada en plan AIT) es una buena herramienta. Pero también es precisa la acción política desde las instituciones desde la izquierda, en el caso de Aragón, soberanista (o independentista, es lo mismo). Entre ambas instancias ha de haber diálogo, pero no dependencia.
Por eso estoy afiliado a Estado Aragonés y la Confederación General del Trabajo.
noviembre 9, 2009 at 13:25
El manifiesto de los treinta es un ataque frontal a los principios del sindicalismo revolucionario tal y como se entendía en Europa desde la Carta de Amiens.
Otra cosa, la «algarada en plan AIT» fue la que hizo posible sacar a Martinez Anido en el 22 (por cierto, que Peiró y Pestaña le fueron a Garcia Oliver pidiendo que organizara un grupo de acción para asesinar a Anido, angelicos de manos limpias) y frustrar el golpe de estado fascista en Barcelona.
De todas formas, imagino que cuando hablas de la AIT querras decir la FAI, porque la AIT no deja de ser la internacional anarcosindicalista (con lo cual dificilmente será proclive a algaradas insurreccionalistas en la medida en que sus miembros no lo sean, y no lo son), mientras que la FAI dificilmente podria ser anarcosindicalista o sindicalista porque, sencillamente, no es un sindicato sino una federación anarquista sin adjetivos.
noviembre 19, 2009 at 13:25
Cuando hablo de la AIT me refiero a la de la CNT-AIT actual. La leyenda esa de que Pestaña y Peiró fueron a pedirle a Durruti que organizase un grupo de acción en el 22 no sé exactamente quién la inventó, tú podrás decírnoslo. Pestaña la desmiente (tácitamente) en su librito autobiográfico «lo que aprendí en la vida» editado en 1933.
Pestaña siempre rechazó el terrorismo como táctica, así como el insurreccionalismo, pues no llevaban a ningún sitio y sólo proporcionaban sufrimiento a la clase obrera.
Puede leerse en Angel Pestaña, Trayectoria Sindicalista, Ediciones Giner, Madrid, 1974. Es una recopilación de sus escritos.
Aprovecho para recordar aquí que tanto Pestaña como Peiró fueron rehabilitados por la CNT antes de acabar la Guerra Civil, pero que Joaquín Ascaso (héroe de los anarcoindependentistas aragoneses, según se puede colegir del foro de Chobenalla) nunca lo fue y murió en el olvido en su exilio latinoamericano.
Libertario: ¿tienes alguna explicación de porqué Peiró y Pestaña murieron como confederales y Joaquín Ascaso no?