Es 1 de agosto, acaba de caer un chaparrón con granizo en la çiudat de Uesca. Hace exactamente un año, que junto a una serie de compañeras y compañeros, dejé de militar en Chunta Aragonesista. Una decisión, que personalmente, costó tomar, pero que echando la vista atrás, fue de lo más acertada. Me he liberado y aunque la gente te siga asociando a la CHA, mentalmente estás lejos. En realidad ahora equidisto de muchas cosas, un poco de todo, sin implicarme en nada. No me apetece. No tengo ganas. Aún con todo, procuro ejercer de «activista pasivo», y si se puede, consumir y difundir todo lo que genera la izquierda independentista aragonesa. Pero tampoco milito en ella. Me comentaba en Artieda un excompañero de Chobenalla «que nos hemos vuelto muy resabiados». Es posible, exigentes en lo bueno y en lo malo. No lo sé. Mi bucle me persigue y las miradas se vuelven melancólicas, por aquellos viejos tiempos que no volverán, y porque asocias la situación del movimiento a una fase de tu vida. Incluso hay gente que ni te saluda, creyendo que representas todos los males de una falsa unidad del aragonesismo. Cerremos el año y pensemos que aún queda un poco de travesía en el desierto.

SANY0779