Tras el recuento electoral del 1-M se observa que más o menos se ha producido lo esperado, más allá de esas noticias de «cambio, revolcón, etc.» que adornan el aparatik mediático constitucionalista. Ellos son así, simplificar la realidad y colonizarla (domesticarla) para sus intereses.

 

Euskadi. El PNV gana las elecciones con relativa facilidad pero como ha fagocitado a sus socios de gobierno se queda sin posibilidades (en una lectura rápida) de reeditar presidencia en Ajuria Enea. La editorial del Gara constata la paradoja de una realidad parlamentaria que no expresa el sentir real de la calle en la CAV, con un apartheid político que deja 100.000 votos nulos por el camino. La teoría del pastel a repartir le ha salido de perlas al PS-Ejpaña: muerto el perro se acabo la sarna dirían ellos. El PP sorprende que mantenga a sus vástagos, fieles ellos, sobre todo con la irrupción de UpyD, no se quejará la sabrosona Rosa Díez de la Ley D’Hondt y ese extraño equilibrio territorial que hace baratísimos los escaños por Araba. Otra paradoja más. Como la de Aralar, que pasa de 1 a 4 diputados, ya que la necesidad es una virtud y han sabido pescar en río revuelto (sea de EA o de la Izquierda Aberzale). Como siempre, Euskadi no es un país para tontos, pluralmente de los más ricos de toda Europa, con pucherazo incluido. El nacionalismo español engendra un proceso de asimilación institucional que veremos como queda.

 

Galiza. Poco más. Todo vuelve a su sitio. Quizá lo novedoso se encontraba en ver cómo quedaba esa especie de plebiscito que habían planteado tanto Zapatero como Rajoy en estos comicios. Y gano la derecha de toda la vida. Galiza es país para viejos y en tiempos de megacrisis los social-liberales de Touriño no ofrecían nada mejor. Vuelve la vieja guardia, que en realidad nunca dejó de irse (dos diputados más y mayoría absoluta). El BNG sufre (por segunda vez) la chunterización de las masas, aliarse con el PSOE, emprender políticas más o menos progres, diluir su mensaje en un extraño autonomismo über alle, y ahí se quedaron. El independentismo galego (NÓS-UP y FPG) a su marcha, cuatro mil votos (como hace 4 años), con un 0,2% de apoyos. Lejos, muy lejos de abrir perspectivas (selecta jibarización).  

 

Otra visión (desde el soberanismo aragonés) de este asunto en Euskadi ya es España, Galiza siempre lo fue.