También es llamativa la complacencia con que tantas personas de izquierda han resuelto en los últimos años abolir toda actitud que no sea de inquebrantable adhesión al Gobierno. He leído textos conmovidos sobre la felicidad de estar «al lado de mi presidente», y escuché hace poco en la radio a un entusiasta que llevaba su fervor hasta un extremo de marcialidad, asegurando que él, en estas circunstancias, se ponía «detrás de nuestro capitán, en primer tiempo de saludo», tal vez no el tipo de incondicionalidad más adecuado para el primer ministro de una democracia. Quizás uno, como va cumpliendo años -enfermedad política que denunciaba hace poco en estas mismas páginas Suso de Toro, a quien cabe suponer venturosamente libre de ella- conserva el recuerdo de otra época en la que las personas de izquierdas podíamos ser muy críticas y hasta en ocasiones hostiles hacia otro gobierno socialista, o por lo menos no incondicionales hasta la genuflexión, hasta las lágrimas. No digo que no haya motivos para oponerse a una deplorable Oposición, avinagrada y sombría, que no parece capaz de desprenderse de su propio delirio de conspiraciones, y en la que todo el talento de sus dirigentes da la impresión de estar puesto al servicio, sin duda generoso, de favorecer a sus adversarios. Lo que me sorprende es este nuevo concepto de la rebeldía y de disidencia, que consiste en rebelarse contra los que no están en el poder y en disentir de casi todo salvo de las doctrinas y las directrices oficiales. El delirio perfecto, sin duda: disfrutar de todas las ventajas de lo establecido imaginando confortablemente que uno vuelve a vivir en una rejuvenecedora rebeldía, inconformista y a la vez enchufado, obsequioso con el que manda y sin remordimientos de conciencia, gritando las viejas y queridas consignas, como si el tiempo no hubiera pasado, en la zona VIP de las manifestaciones, enaltecido a estas alturas de la edad por una cápsula de Viagra ideológica.
Vía / Antonio Muñoz Molina, El País, 27.01.07
septiembre 2, 2008 at 13:25
Esto se podría aplicar tb al aragonesismo.
septiembre 3, 2008 at 13:25
El Grupo PRISA está descontento con Zapatero porque en vez de promocionarle hacia el monopolio mediático (como hacía gonzález) se ha buscado medios españoles independientes (el Grupo PRISA tiene intereses financieros en diversas ramas de la economía y en diversos países, lo que determina su posición respecto de Venezuela o de la política económica): en concreto el Diario Público y el canal de TV La Sexta.
Muñoz Molina es un escritor a sueldo de PRISA y hace el paripé de parecer de izquierdas, pero sólo hace de perro guardián al servicio de su amo.
Sugiero consultar la página de lo que queda del situacionismo literario:
http://www.lafieraliteraria.com/
Aquí la única izquierda es la que cuestiona el régimen monárquico neoliberal, y esa está en las catacumbas. Situar a PRISA y sus lacayos a la izquierda de Zapatero es caer en la trampa neoliberal.