Llevamos un verano de curiosas anecdotillas, pero es lo que hay con la insufrible banalidad de los españoles. Aragonando informa. Tres colegas nacionalistas y un compañero en un bar de (H)Uesca en vísperas de fiestas laurentinas. Pacharán en mano, apurando el último trago. Tres tipos a escasos metros de nosotros, cantando jolgoriosamente, en principio parecían los típicos zaragozanos aficionados al fútbol (Todos a una, puta Osasuna), pero rápidamente pasaron al Yo soy español… La verdad es que nos encendió la banal provocación y procedimos a nuestro irrenunciable Independenzia! Se marchaban del bar, la sonrisa y entraron como vaquillas, primero extrañados de nuestra condición de aragoneses y luego ejerciendo de auténticos “psiquiatras” ya que “esto del nacionalismo se cura viajando un poco”. Ellos habrán viajado algo pero de historia de “su región” justicos iban: ni distinguir entre Corona y Reino de Aragón, oiga. Así de patético. Da igual, como han ganado la Eurocopa tenemos que aguantar de todo. Es que los aprendices de abertzales somos muy quisquillosos.