Si nos fijamos en el país, afirmaríamos que existe una realidad política que opina e influye sobre la realidad trilingüe aragonesa -lejos, muy lejos de lo que podemos llamar etnonacionalismo o nacionalismo cultural─. PSOE, PAR y PP han tenido responsabilidades de gobierno en las llamadas políticas de identidad. El resultado actual aquí lo tenemos: pasividad y omisión. Un genocidio cultural en toda regla. Por otro lado CHA apostaba por una política de reconocimiento y normalización, ejerciendo durante un tiempo de punta de lanza de lo que llamamos movimiento asociativo en defensa de la lengua. Su debilidad y falta de firmeza, aparte de no tocar el poder del Pignatelli ha provocado que este mensaje de identidad quede en el limbo. De IU no diremos nada, aparte del reconocimiento al trabajo cultural de militantes como Anchel Conte, políticamente agua de borrajas.
Precisamente por este vacío y ante la intoxicación constante del españolismo peninsular (léase conflictos blaveristas en el País Valenciano o manifiestos a lo Savater) nació, con el cacao de la FACAO delante, la Plataforma No Hablamos Catalán, que aprovecha la pasividad política para hacerse un hueco en la carroña. La fabla espera (y desespera). Los catalanes se rayan (L’Estatut nazi d’Aragó). Y nuestra respuesta soberanista no es todo lo contundente que debería (Antifascismo aragonés: la vergüenza). A ver si de aquí a un tiempo, sacamos el cava aragonés y festejamos que en este parlamento tan colonizado (Cortes de Aragón) se acuerden de todas las minorías y actúen reconociendo lo que somos… un Aragó trilingüe també.
julio 17, 2008 at 13:25
El anuncio realizado por Marcelino de que iba a sacar adelante la ley de lenguas ha dado lugar, por un lado, a reacciones esperpentico-fascistas y, por otro, a decenas de declaraciones de aragonesidad a lo costumbrista-regionalista-PAR. O sea, a lo Merimée, a lo viva la virgen del Pilar. De todos modos, creo que es el momento de educar a la ciudadanía. Quiero decir que si se canaliza sabiamente esas reacciones anticatalanistas (producto de la ignorancia), no habrá modo de mejor ni coyuntura más propicia para sacar el debate del trilinguismo de las mesas de los nacionalistas. Ahora es el momento de decirle a la ciudadanía que estamos (venimos) siendo víctimas de un auténtico genocidio etno-cultural y de pedirles que no colaboren con los nacional-socialistas castellanos rechazando su herencia lingüística-cultural. En definitiva, hay que darle la vuelta a todo esto. Clases de historia es lo que necesitamos. Y un poquito de conciencia nacional, aunque sólo sea con carácter defensivo. Ah, algo menos de anti-catalanismo podría ser igualmente saludable. Después de todo, Catalunya es una nación hermana.
Saludos.