Esta carta de opinión también cumple tres años (17.11.04). La cuelgo por Aragonando para sostener la memoria histórica (sí, tan de moda ahora): algo muy importante para entender, comprender, empatizar y re(evolucionar). Eran unos momentos complicados para mucha gente, dentro de una espiral de criminalización y difamación pública por parte de la ejecutiva de CHA. (Dedicada a toda esa gente disidente, crítica y cercana. El verdadero país).
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¿SOY DE LA CHUNTA?
Yo también soy de la Chunta, o lo era. No lo sé. Ahora estoy expulsado, exiliado en mi pequeño país. Ingresé en aquellas siglas un lejano septiembre de 1998, todo era diferente, igual era por la edad. No lo sé. Los tiempos cambian, y tanto que cambian, en aquellos años, que no hace tanto, se luchaba por unas cosas, queríamos articular un país desde la izquierda, ahora resulta que apoyamos exposiciones universales. Por decir algo. Éramos un partido joven, ahora echan a los jóvenes, a Chobenalla, que era el corazón del proyecto; una organización impetuosa, con ansias de transformación social pero siempre desde la dignidad y el respeto, ahora se oye ruido de sables, anulación de la discrepancia, miedo a la plural divergencia. Gente como tú. No lo sé. Igual todo esto es temporal, como una jaqueca mañanera, pero los síntomas son malos: falta de ilusión, debilitamiento interno, incoherencia externa… No lo sé. Ahora me acuerdo de tanta gente que dejó el barco antes, cada uno con su causa perdida: allí estaban Chabi o Sara; otros que sin marchar, quedaron marginados: estupendos compañeros como Loís Inazio, Natalia, Eduardo. En fin. Otros hemos ido aguantando, pero a veces, es mejor morir de pie que vivir arrodillado. Y las cosas claras, no deseo un país en la mochila, asfixiado y podrido, sino un Aragón bien libre, solidario, abierto, plural y tolerante.
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